En este número de la
revista, se presentan dos textos que son fruto de un ambicioso proyecto. Definir
un modelo de orientación latinoamericano, a partir de una revisión permanente
de un conjunto de fuentes, entre los que se encuentran los trabajos presentados
en los encuentros de la RELAPRO, publicaciones de autores latinoamericanos y
siete encuestas on-line, llevadas adelante por el equipo de la revista, a
partir de 2014. Podría decirse que en la
redacción de ambos textos se reconoce la metodología elegida, que en uno de
ellos se define como modelo de investigación dialógico hermenéutico. Quienes en
estos años leímos las versiones de esta construcción continua, hemos visto que
efectivamente el modelo se construye a partir del dialogo entre una gran
pluralidad de voces y aportes. El desafío de los autores, al incorporar tantas
fuentes, es el logro de síntesis conceptuales. Ese es un aspecto a tener en
cuenta cuando se compartan los futuros avances en la construcción del modelo.
¿Cuál
es el sentido intrínseco y/o ulterior del rol de la orientación educativa en el
sistema educativo latinoamericano? Esta es una de la preguntas que los autores
se plantean en el primer texto y que puede ser elegida como disparador, de lo
que los autores presentan al compartir el “Modelo Pedagógico Bio-psicosocial de
Orientación Educativa: Orientación Transicional para el Sentido de la Vida”.
Los autores justifican
acertadamente su opción por un enfoque decolonial, que se sustenta en una toma
de conciencia del ocaso del paradigma problemático en orientación. En los
textos, se define el marco conceptual del modelo, describiendo el papel y sentido de la orientación educativa.
Se presentan diversas acciones orientadoras y éstas se agrupan según su
énfasis, en psicológicas, pedagógicas, sociológicas u organizacionales. Se comparte
una revisión crítica acerca de los escasos y cuestionables alcances de las
acciones asistencialistas, que no promueven la autonomía y desarrollo de las
poblaciones que se acompañan mediante las acciones orientadoras. Los autores
proponen en cambio, definir a la justicia social como unos de los ejes
principales del accionar de orientación, rescatando el aporte de un conjunto de
autores latinoamericanos que han trabajado sobre ese aspecto. Otro aspecto
sobre el que se reflexiona es el posicionamiento social del cargo del
orientador, a partir del ejercicio profesional de los orientadores educativos
de Colombia.
Cómo puede verse,
los autores trabajan sobre aspectos claves de la labor de orientación. Han
optado por una metodología de trabajo que fija la mira en los aportes teóricos
y metodológicos que se producen en nuestra región, y no solo en los
textos. Han escuchado lo que se plantea
en los encuentros de los profesionales de la orientación, han consultado mediante
varias encuestas a los miembros de la red. Sobre esos contenidos, han trabajado en estos años y el resultado se
presenta estos dos artículos que pueden pensarse como complementarios.
Por
delante, queda continuar trabajando para aportar al necesario desarrollo de un
campo profesional, que en nuestra región no se encuentra exento de
dificultades. La participación de los orientadores profesionales en distintos
agrupamientos, asociaciones y colegios profesionales, redes y nodos, es -como
se plantea en los textos de este revista- una opción que elegimos los
orientadores para generar y poner a prueba nuestros aportes a la promoción de
un desarrollo a escala humana.
Miguel Carbajal Arregui
Montevideo, noviembre de 2018
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