Lic.
Prof. Silvia Gabriela Vázquez https://mentesalacarta.com/conferencistas-capacitadores-coaches/silvia-gabriela Contacto. lic.silviagabrielavazquez@gmail.com
Retomando algunas preguntas
En el II
Congreso de la Red Latinoamericana de Profesionales de la Orientación (UdeMM, Buenos Aires, 2017),
invité a los participantes a reflexionar a partir de dos preguntas:
¿Cuáles serán
las habilidades y conocimientos imprescindibles en un mundo en constante cambio? y ¿Cómo ayudar a los jóvenes a
desarrollar competencias para insertarse en empleos
que todavía no existen? Cuatro años después, en el imprevisible y pandémico contexto actual, retomaré algo de lo dicho
allí1
-y en publicaciones previas- acerca del rol del orientador como líder de servicio, promotor de resiliencia y
compromiso social. En esta oportunidad,
encontrando en la valiosa filosofía Ubuntu un modo de integrar los distintos componentes de este enfoque propuesto hace casi dos décadas.
Los cinco pilares de la filosofía Ubuntu
El lema de la
filosofía Ubuntu es: “Yo soy porque nosotros somos”. Este concepto africano tradicional hace hincapié en el bien común
y el rol de puente que cumple cada persona con
su prójimo. No obstante, su método propone el autoconocimiento –esencial
en orientación vocacional- como la primera
de sus cinco competencias básicas.
Resiliencia,
autoconocimiento, autoconfianza, empatía y servicio son los cinco pilares de esta Filosofía.
¿De qué hablamos
cuando decimos “resiliencia”?
“Definir es (…)
tener claro el significado y sentido de un término cuando se lo utiliza dentro de un contexto, dentro de un juicio.
Definir con transparencia posibilita saber cuál es la comprensión y la extensión de un concepto”. (R.J. Brie, 2000)
La resiliencia
–uno de los cinco pilares del liderazgo de servicio- es un constructo teórico
en constante evolución que puede
estudiarse en cinco niveles: individual, familiar, comunitaria, organizacional y global.
El concepto
proviene de la física y es muy utilizado por los ingenieros en la industria metalúrgica. Gracias a esta propiedad, determinados materiales pueden
soportar altas presiones sin quebrarse y recobrar luego su forma original.
1 Algunos fragmentos de este artículo
son reelaboraciones del publicado bajo el título La mirada de la resiliencia en Orientación Vocacional (Vázquez, S. G, 2017) en el número especial de la revista
OrientAcción dedicado al II
Congreso de RELAPRO.
Si bien el
término existía desde mucho antes, no se incluyó en el diccionario hasta el año 2014 y durante el 2020 fue uno de los más
utilizados por los periodistas junto con otros
como confinamiento, coronavirus y pandemia. No es difícil adivinar el
motivo: en un entorno de
incertidumbre y temor, aludir a nuestra capacidad de afrontar las dificultades
era un modo de esperanzarnos. Sin
embargo, es mucho más que
una palabra.
En los años 70, desde un modelo epidemiológico, se hacía hincapié
en los factores protectores
y los de riesgo. En la siguiente década, la mirada se centró en la capacidad individual y a partir de los 90 comenzó a
definirse como un proceso que conlleva un aprendizaje.
De acuerdo a esta última idea, las personas -y las comunidades- no “son” resilientes, sino que van construyendo su resiliencia de un modo dinámico.
En 1955, Emmy Werner comenzó una investigación longitudinal con 201 niños provenientes de ambientes desfavorecidos. El seguimiento se extendió durante
los siguientes 30 años y ella
pudo comprobar que aquellos que, a pesar de las situaciones traumáticas vividas, se habían convertido en adultos felices,
tenían algo en común: el hecho de haber sido valorados y aceptados incondicionalmente por alguna persona
significativa para ellos, es decir facilitadores o “tutores de
resiliencia”, como los llamó Boris Cyrulnik.
Los
orientadores actuamos como facilitadores de resiliencia en el aula cuando
proponemos actividades que promueven:
-La creatividad
-La introspección
-La independencia
-La autoestima consistente
-La iniciativa
-El sentido
del humor
-El compromiso
-La empatía
-El pensamiento crítico.
La resiliencia se construye en los vínculos.
Es un potencial humano, un proceso dinámico
e interactivo entre mecanismos emocionales, cognitivos y socioculturales
que nos lleva a desarrollarnos de
manera saludable aún en un medio
poco propicio.
Una misma
situación adversa puede ser vista como obstáculo o desafío, de acuerdo a la persona que la atraviese. A. Rovira (2020) se refiere a la
resiliencia sostenida en el tiempo y
propone recuperar un término más abarcativo que ha caído en desuso:
“longanimidad”, relacionado con la constancia y la paciencia. Valores imprescindibles en las difíciles
circunstancias que nos toca atravesar a nivel planetario.
Si hasta hace poco tiempo se hablaba de un entorno
VUCA –caracterizado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambiguëdad- hoy los especialistas describen nuestro contexto como frágil, ansioso, no lineal e
incomprensible y lo denominan BANI por sus siglas
en inglés (brittle, anxious, no linear,
incomprehensible).
Esta realidad
vuelve aún más necesaria que ayudemos a los consultantes a alcanzar un buen estado de resiliencia que les permita
tener una actitud flexible y sobreponerse a lo
traumático.
Acerca del proceso
de orientación vocacional con enfoque de resiliencia
El enfoque de
resiliencia en OV que he puesto en práctica durante casi 20 años, se caracteriza por ser: clínico,
preventivo y operativo:
·
Clínico porque reconoce
al orientado como ser único -constructor de su elección- y se basa en una actitud de escucha y diálogo
·
Preventivo porque persigue objetivos que pueden encuadrarse en la estrategia de APS
(Atención primaria
de la salud) y en el Objetivo
de Desarrollo Sostenible N°3 (Salud y Bienestar)
·
Operativo porque intenta plantear
y eventualmente resolver de modo focalizado la problemática que subyace a la elección.
La elección
de este abordaje no se contradice con la utilización de herramientas proyectivas e incluso psicométricas. Sin embargo, su técnica principal es la
entrevista abierta y no se sostiene
en ninguno de los test de resultados “cuasi mágicos” que los consultantes suelen solicitar. Una prueba
estandarizada resulta insuficiente como único
recurso. Su uso sólo tiene valor como complemento de una estrategia que
apunte a la metacognición y a fortalecer el estado de resiliencia de quien elige.
Todo proceso de orientación vocacional supone una primera etapa de autoconocimiento (es
la más extensa y, por supuesto, continúa a lo largo del trayecto vital); luego, un momento de información acerca de la oferta académica; y por último un período
de acercamiento a la realidad
ocupacional, en el que se analiza la demanda laboral
de acuerdo al perfil de cada carrera.
En la etapa inicial
o de autoconocimiento (a la que nos referiremos aquí),
el acento está puesto en el pilar
de introspección.
Si, como afirma G. Pecotche (2004),
“el que sabe lo que puede, lleva una ventaja
considerable sobre el que desconoce
sus recursos”, valorar
sus preferencias, inteligencias y habilidades fortalecerá otro pilar, el de la autoestima.
Desde el enfoque
que propongo, una vez establecido el encuadre en la primera entrevista, se evalúa el estado de resiliencia del consultante tomando
como eje las fuentes planteadas, en 1996, por Edith Grotberg:
-Yo soy…
-Yo estoy…
-Yo tengo…
-Yo puedo…
Además, le pido que complete otras dos frases:
-Yo intento…
-A mí me gusta…
A lo largo de
los encuentros se busca fortalecer otros pilares como el sentido del humor (la capacidad de reírse de sí mismo y de descatastrofizar los propios errores) o el vínculo con otros.
La situación
de elección vuelve necesario el trabajo con el pilar de independencia, ya que suelen
aparecer mandatos, creencias o expectativas limitantes.
Una de las
formas en que se manifiesta su contracara, la dependencia, es cuando el consultante deja de lado aquellas carreras
que su familia no considera “importantes”. O, por el contrario, cuando descarta
determinadas profesiones de antemano, aun existiendo vocación para ellas, sólo para no seguir los pasos marcados por sus padres,
en un fenómeno que podría describirse como “seguir un mandato al revés”.
El rol que cumple el orientador es el de un tutor de resiliencia que acepta incondicionalmente y acompaña o encauza, sin juzgar ni encausar.
Tanto el orientador como el orientante2 fortalecen durante el proceso
su pilar de
Creatividad.
El orientador
crea técnicas personalizadas de acuerdo a la personalidad y necesidades del consultante en lugar de utilizar una batería estándar de test.
El orientado
también crea. Una de las intervenciones que suelo utilizar es proponerle que imagine una carrera idea y confeccione el
plan de estudios, el perfil del graduado y sus
ámbitos de inserción.
Vicente Huidobro
dice que “inventar
consiste en hacer que las cosas que se hallan paralelas en el espacio
se encuentren en el tiempo o viceversa, y que al unirse muestren
un hecho nuevo”. Invitando al
consultante a que invente su carrera ideal para luego confrontarla con las existentes, se fortalece su tolerancia a la frustración.
Ante la eventual
falta de un empleo que encaje a la perfección con el título alcanzado una vez graduado -teniendo en cuenta el
entorno laboral cambiante al que aludíamos al inicio-, el consultante podrá recurrir a este “invento” como antecedente
que le genere confianza en sí mismo. Y destacarse combinando sus inteligencias, habilidades o vocaciones en proyectos novedosos
que, además, consideren las necesidades de su comunidad. Aparecen aquí los pilares de iniciativa, moralidad y compromiso.
Otra de las características del orientador como tutor de resiliencia
es que investiga qué modalidad
utiliza el consultante para tejer redes sociales y si es capaz de cooperar con otros o de pedir colaboración cuando lo necesita.
En otro trabajo propuse, como promotores o piares de resiliencia tanto la actitud prospectiva como el “sostén
2 M.Müller propone
llamar “orientantes” a los orientados, como modo de expresar “un movimiento personal de búsqueda que no concluye
al finalizar la Orientación Vocacional, ni después de la misma”
recíproco” (Vázquez,
2008), capacidad empática que permite detectar cuándo alguien precisa
nuestra ayuda y reconocer
la propia necesidad de apoyo emocional.
Acerca del autoconocimiento y la autoconfianza
"Has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo,
que es el más difícil
conocimiento que puede
imaginarse” (De “Don Quijote de la Mancha”, 1615)
Históricamente, la preocupación por indagar en los propios
pensamientos y sentimientos ha estado presente
en todas las culturas.
Llegar a conocerse es un proceso
que requiere momentos
de introspección - imprescindibles
para construir nuestra resiliencia- ya que, aunque a simple vista resulte paradójico, nos llevan a la creación
de mejores vínculos con el mundo exterior.
“El yo es lo
único que debe conocerse” sentenció Siddhartha Gautama (Buda) cuatrocientos años antes de Cristo. Con esa frase, brevísima y extrema,
sintetizó la imposibilidad de conocer
el mundo sin entender antes quiénes somos y el grato asombro ante las puertas que se abren gracias al autodescubrimiento.
“Ten confianza –escribió Savater (1991) en su Ética para Amador-. No en mí, claro, ni en ningún sabio, aunque sea de los de verdad
(…), ni en máquinas, ni en banderas. Ten confianza
en ti mismo. En la inteligencia que te permitirá ser mejor de lo que ya eres y
en el instinto de tu
amor, que te abrirá a merecer la buena
compañía”.
La
autoconfianza específica es un estado mental-emocional, dinámico y contextual. La general,
en cambio, comienza a desarrollarse en la infancia y se constituye como un
rasgo estable de personalidad. Junto
con el autoconcepto y la autoimagen es uno de los factores fundamentales de la valoración global que llamamos autoestima.
Se trata de un
constructo con múltiples matices, investigado por numerosos autores. Entre ellos, Dyer (cuyo libro Tus zonas erróneas, publicado en 1976 es
uno de los más leídos en el mundo),
Bandura (1977), Goleman
(1988), Mckay&Fanning (1991),
Goldsmith (2008),
Ryan (2009) y Rovira (2017).
La mayoría
coincide en explicar
la autoconfianza como una convicción acerca de contar
con las habilidades necesarias para alcanzar un resultado
determinado.
¿Hasta qué punto alguien
confía en sus posibilidades de afrontar situaciones nuevas?
¿Cuán valioso
se considera? ¿Sabe cuáles son sus puntos fuertes? ¿Cree en sus sueños?
Según Bandura
(1988) las personas con autoeficacia “se recuperan de los fracasos” y “abordan las cosas en función de cómo
manejarlas en lugar de preocuparse por lo que
puede salir mal”
En el otro
extremo, una autoconfianza frágil, nos vuelve demasiado vulnerables a la
crítica ajena -aún si fuera
constructiva- y nos hace sentir pequeños o desbordados ante cualquier inconveniente. Esto afecta la toma de
decisiones, así como el desempeño académico y
profesional.
¿Por qué hablar de empatía y servicio en Orientación vocacional?
Orientar
supone “un proceso de asesoría al fenómeno
existencial de la búsqueda de sentido
y la construcción social de proyectos de vida” (Brunal; Vázquez,
2016).
Elaborar un
proyecto de vida (PV) es una tarea esencial tanto en el proceso de orientación como en
el fortalecimiento de la
resiliencia y precisa de una
actitud empática.
Según Frankl (1988) el sentido
de la vida es una búsqueda personal
y Vanistendael (2003)
-uno de los
referentes en el campo de la resiliencia-, incluye el PV como parte de dicho sentido.
¿Cómo
imaginar un PV si no se ha encontrado el sentido? ¿Cómo hallar el sentido de la vida si no imaginamos un proyecto en ella? Se trata de un círculo que puede resultar
vicioso o virtuoso.
Orientar no se
limita a informar. Es ineludible
propiciar un diálogo que convoque a
la introspección y al reconocimiento
de eventuales obstáculos. La decisión
será saludable en la medida en que se base en
criterios y se desprenda de preguntas como:
¿Quién soy?
¿Qué me apasiona?
¿Qué deseo lograr?
¿Con qué recursos cuento para afrontar
la incertidumbre o las dificultades que se presenten?
¿Cuáles son las necesidades sentidas por mi comunidad?
¿Qué puedo aportar a la sociedad a partir de mi vocación?
- ¿Qué de lo que sé, me gusta -y me interesa continuar aprendiendo-
podría ser útil en esa tarea?
Volviendo a las preguntas del inicio…
Nadie puede
afirmar con absoluta certeza cuáles van a ser las profesiones más solicitadas en el futuro, sin embargo, es innegable
que quienes las ejerzan deberán estar preparados para3:
-Pensar de manera crítica,
desde diferentes perspectivas (introspección)
-Planificar un proyecto de vida a corto, mediano
y largo plazo
(actitud prospectiva)
-Emprender e innovar (iniciativa)
-Tomar decisiones autónomas y argumentarlas (independencia/ pensamiento crítico)
3 Se agrega entre paréntesis a cuál o cuáles de los pilares
de resiliencia corresponde cada ítem
-Adaptarse a los
cambios combinando habilidades y vocaciones para crear ocupaciones nuevas (creatividad)
-Trabajar en equipo compartiendo el liderazgo y creando puentes
(vínculo con otros)
-Ayudar y reconocer la propia necesidad de ayuda (sostén
recíproco)
-Confeccionar, implementar y evaluar proyectos
(actitud prospectiva)
-Escuchar, reflexionar y resolver conflictos (introspección/ creatividad)
-Aprender del error, aceptarlo y valorarlo (autoestima)
-Comprometerse con el entorno
(compromiso social)
Nuestros jóvenes
afrontarán la inevitable incertidumbre con mejores
herramientas si:
-Estimulamos en ellos el desarrollo de habilidades blandas
indispensables como la perseverancia,
la tolerancia a la frustración, la creatividad, la apertura interdisciplinaria
y la empatía.
-Promovemos la equidad y la igualdad
de oportunidades en todos los ámbitos.
-Los inspiramos a colocar su vocación al servicio de los demás, ejercitando así la ciudadanía y la solidaridad.
-Les demostramos la importancia de la formación profesional continua.
-Les enseñamos
a responsabilizarse por las propias
ideas, revisarlas y confiar en ellas
-Celebramos las diferencias que nos hacen
seres únicos, auténticos y esperanzados
El servicio: la actitud que nos vuelve
humanos
Según la
antropóloga Margaret Mead, el primer signo de civilización en una cultura es un fémur que se cura luego de haberse
quebrado. Mead explicó que, en el
reino animal, aquel que se quiebra
una de sus extremidades inferiores muere. No puede escapar ante los depredadores u otros peligros ni ir al río
para beber agua o cazar. Ningún animal sobrevive lo suficiente para que el hueso
se cure.
Un fémur roto
recuperado demuestra que alguien tuvo tiempo para quedarse con el herido hasta que pudo ponerse de pie. Vendarlo,
llevarlo a un lugar seguro, acercarle alimentos… en síntesis, alguien se dedicó a
cuidarlo.
Eso es lo que
hace un humano por otro: sostenerlo hasta que pueda caminar solo. Quizá porque sabemos que no nacimos
para ser islas –la pandemia
y el aislamiento lo demostraron- sino que sólo somos si es con otros. Tal como plantea el pensamiento Ubuntu*,
originado en África
y promovido por el premio
nobel de la paz, Nelson Mandela.
Al líder de
servicio no se lo distingue por ser «el que está a cargo» sino por el modo en
que respeta, escucha y brinda
reconocimiento a quienes
lo rodean.
Es aquel que
valora la porción de verdad que cada uno tiene cuando mira el mundo. Es quien sabe conectar, servir, sostener,
acompañar y retirarse a tiempo para no obstruir el camino.
En ese proceso se necesita autoconocimiento, autoconfianza, resiliencia, empatía
y servicio, pilares
de aquella filosofía* -con su «ética del cuidado»-
así como del Compromiso
Social Aplicado, noción que propuse como soft
skill integral en el libro Formar profesionales competentes,
comprometidos y resilientes
El orientador como líder
de servicio
Los andaluces
utilizan una frase muy gráfica para referirse al don especial e intangible de los «bailaores» de flamenco: dicen que
«tienen duende». Expresión que podría hacerse
extensiva a los artistas en general que, dejando el alma en el
escenario, emocionan al público. Y a los orientadores que lideran
desde el servicio.
Un líder no
nace por decreto. Los hilos de este estilo de liderazgo se van enlazando a través de los vínculos.
Un orientador –líder de servicio ayuda a sus consultantes a conocerse, confiar
en sí mismos y en los otros, construir sobre la adversidad y
convertirse en puente para que otros puedan
encontrar sentido en lo que hacen.
Un
orientador- líder de servicio tiene “duende”, es capaz escuchar, aceptar la
diversidad e inspirar poniendo el
corazón en lo que hace, recordando siempre que, como ha expresado Mandela: “Todos somos ramas del
mismo árbol” …
Bibliografía consultada
-Bandura, Albert (1987)
La teoría del aprendizaje social.
Madrid. Espasa-Calpe
-Brunal A; Vázquez S.G (2016) Revista
OrientAcción N°2.
-Cooperrider, D; Subirana, M (2003) Indagación Apreciativa. España. Kairós.
-Müller M. (1997) Orientar
en un mundo de transformación. Bonum. Bs. As.
-Munist, M; Suárez Ojeda E; Krauskopf, D y Silber
T. (Comps) (2007)
Adolescencia y Resiliencia. Paidós. Buenos Aires.
-Simpson, María G. y otros (comps). (2018).
Resiliencia comunitaria. Buenos
Aires: Ed. Dunken.
-Vázquez, S.G (2011) Formar psicólogos en el siglo XXI: acerca de la mirada interdisciplinaria y el compromiso social
como competencias esenciales. Revista Poiésis.
FUNLAM. Nº 21
-Vázquez S.G (2012) El compromiso de la universidad en la formación
de líderes socialmente responsables. En Perspectivas y Desafíos de la Universidad.
El compromiso social y ético y sus
dimensiones internacional y regional” (Compiladora: Monterroso G.) USAL.
-Vázquez, S. G (2012)
La responsabilidad de recibir un futuro impensable. Actas de las III Jornadas académicas sobre gestión y
dirección de instituciones educativas. Escuela de Educación. Universidad Austral
-Vázquez, S. G
(2017) Formar profesionales competentes, comprometidos y resilientes. Editorial Académica Española (en prensa)
-Vázquez, Silvia
Gabriela (2020) Resiliencia entre líneas. Buenos
Aires.
-Vázquez, Silvia
Gabriela (2020) El educador como líder de servicio. Revista A Construir N°6. Buenos Aires. MV
Ediciones
Lic. Prof.
Silvia Gabriela Vázquez
Psicopedagoga, escritora y maestranda en educación
Dir. Cátedra de Responsabilidad Social Universitaria UdeMM
Dir. Diplomatura Interdisciplinaria en RS y Resiliencia.
Coordinadora
del Depto. de Orientación Vocacional
Dir. Académica RELAPRO.
Prom. Internacional de los ODS.
Embajadora para la Paz. Formadora en
Liderazgo Ubuntu https://mentesalacarta.com/conferencistas-capacitadores-coaches/silvia-gabriela