lunes, 1 de marzo de 2021

Orientación Vocacional en Tiempos de Ruido.Diana Marcela Méndez Gómez(Col)

 

 


Diana Marcela Méndez Gómez1]

 

 

“Inteligencia es la habilidad

de adaptarse a los cambios”

Stephen Hawking (1942-2018)

 

Resumen

 

El artículo aborda el tema de la orientación vocacional desde una perspectiva de hiperinformación como lo ha sido esta etapa de globalización. Ruidos que se han agudizado a partir de la declaratoria de pandemia por la OMS el pasado 13 de marzo de 2020. Esta nueva etapa que ha afectado sin distinción a países de primer, segundo y tercer mundo de acuerdo con las denominaciones de los organismos internacionales y ha visibilizado los efectos colaterales de la implementación de políticas neoliberales en materia económica, de salud y educación principalmente. La pandemia, ha insertado una dinámica diferente que fusiona el espacio público y el privado por ello, es importante articular el tema de la interioridad y la autoidentidad como esenciales para garantizar que el proceso de Orientación Vocacional redunde en una adecuada toma de decisiones por parte de los orientados, bien sean estos estudiantes en los últimos grados de educación media de los sistemas escolares de América Latina y el Caribe o de aquellos que habiendo culminado sus estudios se encuentran en un punto de parálisis en la toma de decisiones de sus Proyectos de Vida en esta trayectoria tan compleja y que buscan asesorías particulares dentro de la coyuntura de aislamiento social y las nuevas formas de ejercer esta orientación en la época en la que nos encontramos.

 

Palabras clave: Orientación Vocacional, ruido, interioridad, autoidentidad, toma de decisiones.

Introducción

El objetivo del presente artículo es brindar unos elementos reflexivos en torno a los procesos de orientación vocacional en estos tiempos de pandemia desde una perspectiva que contempla la interioridad y la autoidentidad como esenciales para la toma acertada de decisiones.


Considera como elementos subyacentes, la experiencia como Orientadora Escolar en la educación pública de la ciudad de Bogotá, Colombia, en donde los procesos de investigación e implementación de la Orientación Vocacional fueron esenciales para el dinamismo de la política pública, además articula la experiencia en procesos de consultoría para estudiantes del sistema educativo privado desde hace más de diez años y las dinámicas de transformación que la coyuntura actual ha impregnado a este proceso de acompañamiento.

La globalización como uno de los rasgos característicos de la época en la que nos encontramos ha generado un sinnúmero de transformaciones en aspectos económicos, sociales, educativos y laborales, todos los cuales han dinamizado bajo otros paradigmas las relaciones del Ser Humano, bien sean estas de carácter intrapersonal o interpersonal. Por lo cual es imperativo reconocer entre otros elementos, el contexto en el que nos encontramos y la responsabilidad cada vez mayor que se deposita en los sistemas escolares de nuestros países frente a temas de crecimiento económico, desarrollo humano y superación de la pobreza.

 Sin ir muy lejos, el cuarto objetivo del Milenio se establece como la Calidad Educativa apreciando la responsabilidad dada a la educación para acoger la diversidad, implementar la inclusión y eliminar la pobreza, desconociendo con ello, los aspectos estructurales e históricos de tipo económico, político y social que han fortalecido paradigmas de homogeneidad, exclusión y carencia y han sobredimensionado entre otros, el tema de las sociedades del conocimiento, y el desarrollo cognitivo en los procesos escolares bajo la influencia de un paradigma occidental y científico que a partir de las narrativas de sus historiadores ha tratado de borrar toda huella ancestral mesoamericana que dista del discurso de carencia, subdesarrollo y acumulación hasta de conocimientos de pocos en detrimento de muchos. 

En esencia, la educabilidad como uno de los fenómenos esenciales de los procesos humanos y en los cuales el tema del “Curso de Vida” en las diferentes Trayectorias sean estas escolares o no, constituyen el eje transversal a partir del cual se puede garantizar un desarrollo integral humano sostenible. Al respecto, es importante recordar que Trayectoria según la RAE hace referencia a esa línea descrita o recorrido que sigue alguien al desplazarse de un punto a otro, aquel curso o evolución que, a lo largo del tiempo, sigue el comportamiento de una persona o de un grupo social en sus actividades intelectuales, morales, artísticas, económicas, académicas, laborales, ocupacionales.

Por ello, se plantean estas como escolares o no. Los estudios sobre trayectorias o curso de vida, como se conoce hoy, representan un campo de investigación interdisciplinario que ha renovado el debate en diversos ámbitos de la realidad social en donde se destacan la producción sobre las nuevas condiciones de la realidad juvenil y el proceso de transición del sistema escolar, concepto que ha evolucionado desde su introducción por el Sociólogo Pierre Bourdieu desde un enfoque constructivista estructuralista o estructuralismo constructivista (1988) al refutar el tema de historia de vida,


altamente utilizado por Sociólogos, Psicólogos y Trabajadores.


Para el enfoque de Curso de Vida[2], existen tres elementos fundamentales:

En primer lugar, la Trayectoria que representa a las diversas dimensiones en las que se desenvuelve la vida de un sujeto (escolaridad, trabajo, familia, etc.) la cual está compuesta por una variedad de trayectorias que entrelazadas o entretejidas conforman su “trayectoria vital o curso de vida”

 

De otra parte, se encuentra la Transición, que en lenguaje metafórico es el pasaje de un estado a otro o tránsito (primera infancia a infancia, adolescencia a juventud, juventud a adultez, desempleo a actividad). La transición les da forma y sentido a las trayectorias. Es importante reconocer que, aunque estos pasajes se encuentran institucionalizados en la sociedad global, no son absolutamente previsibles ni predeterminados ya que siempre encontraremos a los divergentes que salen un poco de ese statu quo.

 

Finalmente, los Turning Points, puntos de inflexión, eventos o momentos que provocan un viraje en un curso de vida. Pueden ser de origen histórico o personal y que marcan o más bien dan lugar a transformaciones.[3]

 

De allí la importancia de unir al trabajo de Orientación Vocacional, la biografía individual ya que está interconectada con la biografía de otros sujetos, de manera que es necesario considerar los entornos y las relaciones en las que se encuentra inmerso el estudiante en donde la Familia y el contexto social y cultural juegan un papel esencial y brindan elementos tanto para el análisis de su vida como para la toma de decisiones. En otras palabras, la biografía de un sujeto está determinada por el contexto y el tiempo en el que se desarrolla la misma. En este enfoque, se aprecia la presencia del principio de libre albedrío, que enmarca el surgimiento de la economía liberal y con ella las transformaciones familiares, sociales, laborales y académicas. Este principio afirma la existencia de una estructura de oportunidades que implica limitaciones provenientes de las circunstancias histórico-sociales, dentro de las cuales los individuos hacen elecciones y llevan a cabo acciones que determinan su propio curso de vida (Roberti, 2011)

Por ello, es necesario reconocer las dinámicas cambiantes marcadas por la incertidumbre que se encuentran un poco más evidentes en la época actual que en generaciones precedentes. Para los ancestros las dinámicas parecían estáticas, las situaciones eran más estables en términos de relaciones, fenómenos y demás, pareciera ser como si el reloj se moviera un poco en la esencia de la tortuga mientras que ahora se transita al ritmo de la liebre, a la velocidad de la luz con la que llegan las comunicaciones desde otras latitudes y en la que las tecnologías de la información y la comunicación están en el centro de las relaciones interpersonales a través de las redes sociales.


Fenómenos como el que estamos transitando a partir de la declaratoria de pandemia de la Organización Mundial de la Salud OMS el pasado 13 de marzo de 2020, con las consecuentes medidas de aislamiento social implementadas por la mayoría de los países del mundo para poder preparar a los sistemas de salud agotados y exprimidos por los modelos neoliberales de economía en los que influenciaron organismos internacionales, son un ejemplo de esos modelos que han paralizado hoy a la humanidad. Procesos mecánicos y repetitivos al estilo del clásico “Tiempos Modernos de Chaplin” y que ha enmarcado a la humanidad en una incertidumbre generalizada y sin tiempo de caducidad. Desde otra perspectiva, ese escenario también permite una dinámica posibilitadora del encuentro consigo mismo en un nivel más elevado de consciencia al reducir un poco los niveles de extroversión, superficialidad y ruido que caracterizan a este periodo de la historia.

Sin tiempo y sin soledad no puede haber espacio para la consciencia. En muchos casos no se ve porque no se quiere ver, en otros porque no hay tiempo para hacerlo, en otros porque no se prioriza o no se sabe que se puede hacer con lo que resulte de adentrarse en ese descubrimiento, pero en el caso de los más jóvenes, tiene que ver quizás con el descuido que hemos tenido los adultos para contextualizarlos, contribuirles a ver y entender la sociedad en la que estamos, brindándoles los elementos para coadyuvar con su preparación a insertarse positivamente en ella para transformarla. Aquí vale la pena preguntarse como padres y madres, ¿en cuánto se ha contribuido con los propios, los cercanos, los de la casa para posibilitar esas miradas, lecturas, elecciones y construcciones desde los, las y les, desde sus esencias e identidades?

La familia debe garantizar espacios de reflexión, lo cual solo es posible si se respetan los pocos espacios privados en un tiempo en donde la casa se ha vuelto todo, el espacio para lo familiar unido a lo laboral, las reuniones que desbordan y trascienden los horarios y las jornadas habituales, las relaciones afectivas que en ocasiones están mediadas por algún tipo de pantalla en estos tiempos y en donde el abrazo, el afecto y el contacto físico se han convertido en un artículo de lujo a ser incluido en la canasta familiar.

En ese orden de ideas, abordar la articulación entre interioridad, autoidentidad y orientación vocacional es una de las necesidades en este tiempo en el que muchas personas están atravesando crisis existenciales y el cual va más allá de una mirada que contempla las actitudes y las  aptitudes. Por ello se requiere iniciar por la conceptualización de la vocación, la interioridad, la autoidentidad y la orientación vocacional respectivamente.

Rodríguez y Méndez (2013) comprenden la vocación como una variable que se construye a lo largo de la vida, como parte de la construcción de identidad del sujeto, para lo cual es importante que los orientados respondan, entre otras, preguntas: ¿cómo se ven?, ¿qué les gustaría hacer realmente?, ¿dónde piensan residir? Por lo cual la vocación se asume como dinámica, admite bifurcaciones y/o modificaciones que pueden ir cambiando a medida que se descubren nuevos intereses, en un determinado trayecto de vida, entre una constelación de vocaciones posibles, aquella que se considera más fuerte o conveniente dadas las circunstancias.


Por su parte, la interioridad tiene que ver con ese estado de consciencia personal donde convergen elementos como conocimientos, creencias, afectos, pasiones, actitudes y


valores. En un mundo con prisas y sin pausas, marcado por una sobredimensión de lo externo, lo transpersonal, que gira en torno a las múltiples ocupaciones académicas, laborales, profesionales, con un énfasis en lo visual y paradójicamente sin espacio para la contemplación, en una sociedad que ha enseñado que      pensarnos y amarnos es un tema de mal gusto casi que narcisista y en donde todo se debe volcar a lo externo, con énfasis en lo material como el espacio físico, los bienes, los servicios, la generación de ingresos, pero también hacia los otros, los padres, la pareja y los hijos (cuando se tienen), los compañeros, los jefes, los colegas, los vecinos, los amigos y porque no, si alguien los tiene, los enemigos”

  La perspectiva de la interioridad tiene que ver con esa posibilidad de mirar a profundidad quién se es para determinar lo que en últimas se quiere hacer desde una elección consciente y contextualizada. Lo cual presupone un estado de consciencia que permite una mirada de amor más que de temor hacia adentro, a esos aspectos que caracterizan y diferencian como parte de las dinámicas propias de los cursos de vida en los que convergen luces y sombras.

Desde esta perspectiva del abordaje de la Orientación Vocacional desde la Identidad del orientado, plantea una mirada multidimensional de lo que se es, como ser humano, de manera colectiva e individual, recordando que se es a partir del otro, de un curso de vida particular enmarcado en un curso de vida colectivo y ahora global. Ese ser implica una diferenciación que permite reconocer desde la humildad un conjunto de luces y de sombras, con las limitaciones que ello implica en comparación con el otro o los otros, especialmente de los padres o progenitores cuando se trata de reconocer esas particularidades que definen aun siendo parte de esa colectividad globalizada donde se han perdido entre otras las identidades nacionales y regionales.

Por ello, hablar de autoidentidad implica un proceso de conocimiento sobre la persona que ha acompañado y que acompañara en el resto del trayecto: sí mismo y permitirse este espacio como una oportunidad para abrazarse, aceptarse y amarse. El amor implica aceptación, y esta solo es posible en la medida en que se conoce, ya que aceptar lo desconocido es humanamente imposible. Abrazar ese proceso de manera individual y con el acompañamiento de un Orientador, Mentor, Coaching, Psicólogo, Terapeuta o como se le quiera denominar, posibilita ese tránsito y permite abordarlo desde dos perspectivas, del que la vive y del que la acompaña reconociendo que las interpretaciones son subjetivas y por tanto el papel del Orientador es el de un facilitador que propicia en muchos casos una resignificación.

En este sentido, interioridad, autoidentidad y vocación tienen que ver con lo que se Es, en articulación con lo que se sabe (creencias y paradigmas, interpretaciones o percepciones de la realidad) y se hace como un punto de partida en el marco de la Orientación Vocacional pero también situarse desde un andamiaje de múltiples


posibilidades en las diferentes trayectorias de vida y que sumadas unas con otras consolidan lo que conocemos como Curso de Vida “Con Sentido”.


El proceso de Orientación Vocacional desde los entornos y herramientas virtuales donde se sitúan los profesionales en la actualidad de los diferentes niveles de educación media y superior propicia una mirada desde la posibilidad de hacer las cosas de manera diferente, desde un pensamiento divergente. Además, no se centra en las carencias y limitaciones, sin desconocer el contexto y los aspectos estructurales. Desde una perspectiva integral quita el velo para que el orientado pueda ver la multiplicidad de opciones acordes a ese proceso de interioridad, autoidentidad y vocación en el que ya se ha transitado, una vez que Orientador u Orientadora se ha quitado la venda que cubría sus ojos. Ese acompañamiento permite una resignificación de esa marginalidad y de esa invisibilidad, especialmente en el caso de la Orientación en los contextos de la educación pública de los países donde se desarrolla esta como una pasión, como aquello que arde desde la panza más allá de la profesión o de la labor principal desempeñada

Indudablemente muchas y muchos jóvenes entran en crisis cuando se asumen en esa diferencia del molde que socialmente se les plantea y en esos momentos la Orientación juega un papel esencial, en propiciar una mirada hacia esos aspectos que convergen y esencialmente a aquellos en los que se diverge. Por lo cual, el papel por tanto de esta Orientación asociada a la interioridad y la autoidentidad es la formación de sujetos bajo el aprendizaje socioemocional [4] que trasciende el escenario de la educación tradicional como se conocía y ve la posibilidad del desarrollo de actitudes y aptitudes en esos otros escenarios o entornos.

En concordancia con la Red Latinoamérica de Profesionales de la Orientación RELAPRO,      el aprendizaje socioemocional se divide en cinco categorías: Conciencia de uno mismo, autogestión, conciencia social, habilidades sociales y de relación y toma de decisiones responsable. Cada una de ellas, tal y como se aborda son elementos esenciales y vitales en el marco de la Orientación Vocacional que en esta contingencia toman mayor relevancia y en donde el estrés y la ansiedad y su manejo parten del conocimiento y el manejo emocional desde la diversidad y la individualidad reconocida, por ello no hay recetas mágicas, hay procesos de acompañamiento individual que se deben apreciar y valorar.

Este planteamiento, de quitar el peso tradicional de lo occidental hacia la educación formal y con énfasis en lo cognitivo como único elemento capaz de garantizar un desarrollo económico sostenible en profesiones tradicionales y dinámicas laborales que cada vez tienden a reducirse e incluso a desaparecer y empoderar en otras formas, múltiples formas de desarrollar ese ser, saber y hacer como el tema de los emprendimientos, los training


, influencers, community managers, entre otros y en donde se combine la pasión, lo que mueve, da sentido y trasciende el plano de la supervivencia.

En consecuencia, el papel de la Orientación se sitúa en un acompañamiento donde se ponen en juego las diversas habilidades y disposiciones del pensamiento crítico que se han desarrollado como parte de ese Curso de Vida de Orientadora u Orientador. El haber transitado ese camino de interioridad, autoidentidad y reconocimiento de vocación en muchos casos de manera autodidacta permite en primera instancia acompañar ese trasegar de quienes se orienta desde la empatía y el reconocimiento de los, las y les, de ese derecho a abordar aspectos desde la memoria, desde la palabra y desde la dignificación. 


 

Porque indiscutiblemente:

Una buena elección vocacional disminuye los niveles de frustración entre la población estudiantil; de allí que la función como orientadoras enfatice en la necesidad de ayudar a elegir, pero nunca de tomar decisiones por los estudiantes. En palabras de Beatriz Goldberg “es una riqueza tener distintas habilidades en distintas áreas” (Rodríguez y Méndez, p. 63, 2013).

 

Conclusión

Es importante reconocer que estas dinámicas de aislamiento social llevan con mayor intencionalidad a que Orientadoras y Orientadores nos abramos al intercambio de experiencias en el espacio de red donde se pasa del diverger al converger, al pertenecer y visibilizar esas otras maneras de hacer entre colegas reconociendo el proverbio africano “si quieres llegar rápido camina sólo pero si quieres llegar lejos, camina acompañado” y en donde el término conversar, se parece tanto a ese pensar en común, y el mirarse como sujetos en permanente construcción y transformación que acompañan las construcciones y transformaciones propios y de aquellos a quienes orienta, apoya, acompaña o facilita ese tránsito como maestros o faros de luz desde la comprensión de que todos somos uno.


Referencias Bibliográficas

Bourdieu, P. (1988). “Cosas dichas”. Editorial Gedisa. Buenos Aires, Argentina.

 

Méndez, D. (2015). Orientación Vocacional y profesional: alternativa pedagógica para el desafío de la universidad colombiana en el contexto del programa Ser pilo paga. En Revista 68. Universidad de La Salle. Prospectar el futuro de la Universidad. Recuperado de: https://ciencia.lasalle.edu.co/ruls/vol2015/iss68/7/

 

RELAPRO -Red Latinoamericana de Profesionales de Orientación- (2020). Glosario del Modelo Latinoamericano “Orientación Transicional para el Sentido Ético de la Vida (O.T.S.E.V.), Recuperado de: https://revistaorientacion.blogspot.com/2020/04/glosario-del-modelo.latinoamericano.html

 

Rodríguez, A. y Méndez, D. (2013). Experiencia Pilotaje Orientación Vocacional y Profesional “La Pregunta es el Camino” Colegio Cedid San Palo Bosa. En: Revista Orientación y Desarrollo Humano (Investigación Social y Pedagógica). Bogotá, Colombia. Abako Editorial.  pp. 62-68

 

Roberti, M. E. (2011). El enfoque biográfico en el análisis social: Una aproximación a los

Aspectos teórico-metodológicos de los estudios con trayectorias laborales. Tesis de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Recuperado de: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.683/te.683.pdf

 

 

 

 

 

 



[1] Coordinadora Escolar en Secretaria de Educación Distrital Paulo VI IED. Orientadora Vocacional, Laboral y Socio-ocupacional Independiente. Estudios en Trabajo Social, Alta Gerencia del Talento Humano, Maestría en Docencia y Doctorado en Ciencias de la Educación. contacto: demarcem@gmail.com

 

[2] Acorde con el Modelo Latinoamericano de “Orientación Transicional para el Sentido Ético de la Vida” de la Red Latinoamericana de Profesionales de la Orientación RELAPRO

[3] Frente al desarrollo de esos elementos, en el enfoque biográfico, se destacan los autores Godard, Dombois y Pries en el desarrollo originado tanto en Francia como en Alemania.

[4] Para RELAPRO, tomando como referente la Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning (CASELL), organización que trabaja por la integración del aprendizaje socioemocional en las escuelas americanas, el aprendizaje socioemocional es el proceso a través del cual se adquiere y aplica efectivamente el conocimiento, las actitudes y las habilidades necesarias para establecer y alcanzar objetivos positivos, sentir y mostrar empatía por los demás, establecer y mantener relaciones positivas y tomar decisiones personales.

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