martes, 7 de abril de 2020

Por qué un enfoque centrado en la justicia social para la orientación profesional y de Carrera(OPC)


es importante en el momento del coronavirus: Reflexiones desde América Latina - El caso de Brasil Marcelo Alfonso Ribeiro (Universidad de São Paulo, São Paulo, SP, Brasil ) . [Versión Original en portugués  disponible en https://revistaorientaccion.blogspot.com/2020/04/por-que-uma-abordagem-focada-na-justica.html]


Traducción NO oficial por Ps.Amilkar A. Brunal.
 Red latinoamericana de Profesionales de la Orientación (RELAPRO)
Relapro@gmail.com
                                      
                                      
Tristram Hooley (Universidad de Derby, Reino Unido), Ronald Sultana (Universidad de Malta, Malta) y Rie Thomsen (Universidad de Aarhus, Dinamarca) desempeñaron un papel importante al incluir el campo de la orientación profesional y de Carrera (OPC) en el diálogo emergente y la urgencia de la crisis global generada por el coronavirus en su texto "¿Por qué es importante un enfoque centrado en la justicia social para la orientación profesional y de Carrera en la era del coronavirus?" [1][2].Después de todo, dos dimensiones centrales de la vida están siendo desafiadas radicalmente: los proyectos de vida y los proyectos de trabajo de todos, sin excepción, están bajo control. Los estados y las naciones buscan comprender el fenómeno en progreso y se explican algunos parámetros para esta discusión. Sin embargo, tengo la intención de hacer una discusión breve e inacabada similar a la de los autores, con una mirada de alguien que vive en un contexto de desigualdad social, trabajo informal y poco apoyo del Estado, como el contexto de Brasil, para describir puntos comunes y puntos locales del problema abordado. Elegí cuatro puntos centrales para la discusión, resaltados por algunas de las consecuencias sociales y económicas generadas por la pandemia.
En primer lugar, las disputas entre modelos estatales con un mayor énfasis en las políticas de desarrollo social versus modelos con un mayor énfasis en las políticas de desarrollo económico con gradaciones entre estos extremos, como ya han discutido Ricardo Antunes[3] en Brasil y Alain Touraine[4]. en Francia. Este dilema, que se construye a partir de dos intereses en conflicto: por un lado, la globalización y el productivismo (desarrollo económico) y, por otro lado, la defensa de los derechos humanos básicos (desarrollo social), entre ellos, el derecho al trabajo y, preferiblemente, trabajo decente, como lo defiende la Organización Internacional del Trabajo (OIT) [5]. Este problema surgió en el falso dilema entre las acciones para combatir la pandemia que deberían pensar primero en la economía y luego en la salud de las personas, o viceversa, no hay economía sin salud y salud sin economía. La cuestión de la cuarentena, el aislamiento social y el desapego social como estrategias para combatir la pandemia es el núcleo de este dilema.
Esto reaviva la pregunta de quién trabaja para quién, es decir, ¿deberían los ciudadanos trabajar para garantizar el pleno funcionamiento del Estado o el Estado debería trabajar para garantizar el pleno bienestar de las personas? Esto pone en tela de juicio el papel del Estado: ¿quién trabaja para quién? Estoy de acuerdo con la premisa de que, en el sistema capitalista, sin desarrollo económico no hay desarrollo social, pero sin desarrollo social, el desarrollo económico no puede sostenerse, es decir, la gente siempre debe ser el fin directo de cualquier acción estatal (en el En el contexto de la pandemia, el aseguramiento de la salud se asocia principalmente con acciones para garantizar un ingreso mínimo para todos/as). En este punto, la adopción de políticas neoliberales en contextos de marcada desigualdad social, como Brasil, evita cualquier posibilidad de emancipación y aumento del trabajo para la mayoría de las personas[6]. En el campo de la OPC, el uso de estrategias dirigidas exclusivamente al ajuste o la adaptación son, de manera directa, estrategias que evitan cualquier posibilidad de emancipación social, ya que le dicen a las personas lo que la sociedad ha destinado para ellas, sin ofrecer la opción de intentar trascender este lugar socioeconómico y culturalmente definido.
En este sentido, la crisis que ha creado la pandemia es una gran oportunidad para cuestionar la normalidad actual y comenzar a pensar cuál será la nueva normalidad. En este punto, parte de la construcción de la nueva normalidad sería la deconstrucción de la institucionalización y la consolidación en progreso, inclusive juridica[7], de dos grupos antagónicos de personas: aquellos que merecen derechos (miembros plenos de la sociedad) y aquellos que deben contentarse con trabajar sin derechos (miembros no plenos de la sociedad), con un grupo de transición que afirma ser un miembro pleno de la sociedad.
En esta línea de razonamiento, los derechos serían privilegios para algunos, para los más calificados y con una posición social alcanzada por la meritocracia, mientras que la gran mayoría no tendría derechos y debería contentarse con la vida precaria y el trabajo precario [por ej. , migrantes en Europa y la mitad de la PEA (Población Económicamente Activa) en Brasil), legitimando la injusticia social basada en el argumento de que "no eres como nosotros, para que puedas ser explotado", como lo resaltaron Monica Budowski y Sebastian Schief de Universidad de Friburgo (Suiza) [8]. No estoy de acuerdo con esta posición y creo que todos deberían tener acceso a los derechos fundamentales y que el Estado debería garantizar condiciones mínimas para ello. Estoy de acuerdo con Hooley, Sultana y Thomsen en que el trabajo del asesor es un espacio privilegiado para ayudar en la construcción de esta nueva normalidad, principalmente ayudando a las personas a desafiar y trascender los mecanismos neoliberales dominantes, contribuyendo a la conciencia crítica de que la individualización de la protección es imposible para la gran mayoría de la población mundial, y que OPC tiene que comenzar a cuidar a los trabajadores informales y precarios (aquellos que no tienen trabajo ni trabajo decente). Segundo, disputas entre modelos sociales, políticos y culturales, principalmente entre modelos occidentales[9]  y modelos asiáticos[10]. En estas disputas, el control y la tutela que el Estado debe ejercer en una dicotomía entre la libertad individual y el control estatal están en juego, con gradaciones entre estos extremos, es decir, poco control estatal con una mayor responsabilidad de las personas por sus vidas (neoliberalismo) versus un mayor control. gobierno (por ejemplo, modelo norteamericano versus chino). En el campo de OPC esto aparece con las cuestiones de libertad de elección y autonomía. Y tenemos que hacernos algunas preguntas. La primera pregunta es: ¿Cuál sería la libertad de elección? Cualquier intento de responder a esta pregunta pone en juego modelos culturales colectivistas versus modelos culturales individualistas.


Jean Guichard, del CNAM (Conservatoire National des Arts et Métiers, Francia[11] ) ya nos advirtió que cualquier intervención en OPC debería introducir un dilema ético en el tema de la libertad de elección, e invitar a todos a pensar en la "percepción del precio de humanidad de nuestras conquistas personales ". En el contexto de la pandemia, no distanciarse socialmente puede conducir a un mayor número de muertes; En el contexto del trabajo, no pensar en las consecuencias e impactos de mis decisiones diarias sobre la vida de los demás y del mundo en general puede dañar a las personas, los procesos de trabajo y los contextos (por ejemplo, la idea de empleo verde propuesta por la OIT[12], definido como trabajo que preserva o establece la calidad del medio ambiente, independientemente de su área de actividad). Este ejemplo nos lleva a la cuestión de la autonomía, es decir, ¿quién puede ser autónomo? Personas con suficiente capital social y económico, como diría Pierre Bourdieu[13].


En Brasil, por ejemplo, con más del 50% de los trabajadores en el sector informal o desempleados, la decisión de no trabajar no es una decisión simple, ni es exclusivamente personal debido a la falta de autonomía de la mayoría. Debido a esto, muchas personas se exponen al riesgo de infectarse y contaminar a otras por razones de supervivencia. Este es un retrato de cómo la individualización de la vida en contextos de desigualdad social, como en América Latina, es una estrategia que deja a las personas en una situación precaria y falta de seguridad. De esta manera, creo que las salidas individualizadas son ineficaces en contextos socioeconómicamente desiguales, existe la necesidad de apoyo comunitario, social y estatal, lo que pone en jaque el modelo neoliberal dominante, mientras se cuida de no alentar acciones estatales autocráticas. Regresando  al campo de OPC, Frank Parsons, fundador del campo, argumentó que una orientación no tendría sentido si no contribuyera a la emancipación y la transformación psicosocial, y abogó por el principio del mutualismo como una salida del capitalismo al proclamar el intercambio de competencia por cooperación, y la ambición de dinero para el consenso y la humanidad, creyendo que la sociedad debe ser controlada por las personas y administrada por las autoridades públicas, para el bienestar de todos, lo que reanuda la definición de público, es decir, para todos por el bien común[14].

En tercer lugar, la necesidad urgente de incluir una discusión sobre cómo es trabajar en el centro de las intervenciones de OPC, en términos de qué tipo de trabajo haré, cuál es el lugar de trabajo en mi vida, cuál es el propósito de trabajar para mí, qué lo que espero lograr con mi trabajo, cuáles serían los posibles impactos de mi trabajo en las diversas dimensiones de la sociedad y qué lugar me asignarían en el mundo del trabajo debido a mi posición socioeconómica y cultural. En resumen, ¿qué lugar ocupo en las relaciones de poder en la sociedad y cuál es la oportunidad de trascenderlo? Silvio Bock ya advirtió de esta necesidad a principios de la década de 2000 en su enfoque sociohistórico de OPC, y Hooley, Sultana y Thomsen refuerzan esta tesis al proponer la construcción de una conciencia crítica y ayudar a "las personas a comprender (su) situación". (política), no solo reaccionando a nivel personal ”.
Y finalmente, dos puntos que me gustaría cuestionar en los argumentos de Tristram Hooley, Ronald Sultana y Rie Thomsen, y proponer formas alternativas de salida para los contextos latinoamericanos. El primer punto se refiere a la necesidad de expandir las prácticas en línea y esto se encuentra con una pregunta que estamos experimentando en Brasil: ¿Quién tiene acceso y / o acceso a Internet de calidad para permanecer en línea, por ejemplo, durante una clase de 3 horas? Una buena parte de la población brasileña no la tiene, principalmente de sus hogares. Esto pone un límite a las prácticas en línea, que es el problema de la brecha digital. Y el segundo punto se refiere a la expansión de la oferta de políticas públicas de OPC y esto se enfrenta a otro problema histórico experimentado en Brasil: nunca hemos tenido ningún tipo de política pública de OPC y esta propuesta no parece estar en el horizonte del gobierno brasileño hoy.
Las alternativas a este problema, en contextos de bajo apoyo estatal y alta desigualdad social, deben provenir de estrategias comunitarias y organizaciones sociales. Un ejemplo es el trabajo desarrollado por Sergio Rascován[15], en Argentina, en las comunidades periféricas de Buenos Aires, a través de una radio comunitaria, es decir, ante la deficiencia digital, podemos hacer uso de los recursos sociocomunitarios existentes, como ha sucedido en las comunidades de bajos ingresos en Brasil para combatir la pandemia (por ejemplo, ejemplo, mediante el uso de carros de sonido circulando en las calles). ¿Cómo aislarse socialmente dependiendo del trabajo diario para sobrevivir? Las comunidades, las asociaciones de vecinos y los movimientos sociales locales han estado creando formas locales alternativas para prevenir la propagación del coronavirus, sostener la economía local y garantizar condiciones mínimas de seguridad y protección, independientemente del estado que esté prácticamente ausente en estos contextos.

Debemos continuar luchando tanto por la inclusión digital como por las políticas públicas de OPC, pero, aunque esto no es efectivo, debemos considerar que la nueva normalidad del trabajo de OPC, si queremos incluirlos a todos, no está en las prácticas en línea ni en de las políticas públicas, sino de la organización comunitaria, que es la posible organización para una buena parte de la gente en Brasil, y los recursos que tiene. Esto no significa que no debamos tomarnos en serio y emprender una intensa agenda de investigación y experimentación para el trabajo de OPC en línea, que está resultando urgente frente a la realidad de la pandemia. Por lo tanto, para tener el potencial de emancipación, la  OPC no puede ser un trabajo restringido a la relación de dos (asesor y asesor) o grupo, debe incluir, directamente, la comunidad de origen del asesor , no como una mera fuente de consulta, sino como un colaborador en el proceso de construcción del proyecto de vida laboral del estudiante (por ejemplo, promoviendo grupos de discusión en asociaciones comunitarias con estudiantes y residentes locales).
 En resumen, creo que la crisis multidimensional generada por la pandemia de coronavirus es una excelente oportunidad para la reconstrucción del mundo y, en el caso específico, del campo de OPC, del cual varios autores han señalado los puntos necesarios para el cambio y que, ahora , encuentre espacio para ser potencialmente efectivo, dada la tarea impuesta de pensar en la nueva normalidad. Cito una síntesis de las demandas de transformación de OPC que publiqué en [16], como un ejemplo del proyecto colocado en el campo.
1) Enfrentar a la flexibilidad, la individualización y la precariedad del mundo del trabajo y las carreras profesionales para satisfacer las demandas sociales y laborales contemporáneas de una manera socialmente justa.
2) Contextualización de teorías y prácticas.
3) Incorporación de nuevos epistemes en línea con los avances en el campo de la ciencia.
4) Expansión y diversificación del público atendido.
5) Incorporación de las discusiones sobre la interseccionalidad de raza / etnia, género / sexualidad y clase social en teorías y prácticas de orientación.
6) Incorporación de proyectos de transformación social en sus prácticas, como Frank Parsons propuso inicialmente.
Este es nuestro desafío actual: aprovechar la brecha creada en la sociedad por la pandemia e intentar recrear una normalidad que tenga a todos como centro de cualquier acción social y política. Citando a Hooley, Sultana y Thomsen:
 "En tal situación, debemos pensar en cómo podemos hacer de la nueva normalidad un mundo más justo, humano y sostenible", que pueda ofrecer OPC a todos de manera contextualizada y en diálogo permanente con todos .
Sao Paulo, 5 de abril de 2020




                                             



[1] Hooley, T., Sultana, S., & Thomsen, R. (2020). Why a social justice informed approach to career guidance matters in the time of coronavirus. Retrieved from: https://careerguidancesocialjustice.wordpress.com/2020/03/23/why-a-social-justice-informed-approach-to-career-guidance-matters-in-the-time-of-coronavirus/ traducción NO oficial disponible en https://relapro2020.blogspot.com/2020/03/por-que-es-importante-un-enfoque.html?showComment=1586290293742#c2116821987888894348

[2] David Blustein (EUA), igualmente, tem incentivado e coordenado ações através do link: https://lists.purdue.edu/mailman/listinfo/psychologyofworking
[3] Antunes, R. (2015). O caracol e sua concha: ensaios sobre a nova morfologia do trabalho. São Paulo: Boitempo.
[4] Touraine, A. (2006). Novo paradigma para compreender o mundo. Petrópolis: Vozes.
[5] International Labour Organization (ILO, 1999). Report on decent work. Retrieved from: http://www.ilo.org/public/english/standards/relm/ilc/ilc87/rep-i.htm
[6] Conforme artigo de minha autoria no prelo.
Ribeiro, M. A. (no prelo). Reforma trabalhista: uma análise psicossocial. Revista de Psicologia da UFC.
[7] A chamada Reforma Trabalhista (Lei nº 13.467, de 13 de julho de 2017) realizada no Brasil é um exemplo disto.
[8] Comunicação pessoal, 5 de março de 2020.
[9] De Masi, D. (2020) Coronavirus anuncia revolução no modo de vida que conhecemos. Extraído de: https://www.folha.uol.com.br/ilustrissima/2020/03/coronavirusanuncia-revolucao-no-modo-de-vida-queconhecemos. shtml?utm.source=whatsapp&utmmedium=soial&utm campaign=compwa.
[10] Han, B.-C. (2020) O coronavírus de hoje e o mundo de amanhã. Extraído de: https://brasil.elpais.com/ideas/2020-03-22/o-coronavirus-de-hoje-e-o-mundo-de-amanha-segundo-ofilosofo-byung-chul-han.html
[11] Comunicação pessoal, 24 de maio de 2018.

[12] Organização Internacional do Trabalho (OIT, 2009). Empregos verdes: rumo ao Trabalho Decente em um mundo sustentável e com baixas emissões de caborno. Resumo. Extraído de: http://www.oit.org/brasilia/publicacoes/WCMS_229627/lang--pt/index.htm

[13] Bourdieu, P. (2002/1971). Esboço de uma teoria da prática. Lisboa: Celta.
[14] Parsons, F. (1894). Our country’s need. Boston, MA: Arena.
Parsons, F. (1894). The philosophy of mutualism. Arena, 9, 783-815.
[15] Rascovan, S. (2018). Orientación vocacional con sujetos vulnerabilizados. Experiencias socio-comunitarias en los bordes. Buenos Aires: Novedades educativas.
[16] Ribeiro, M. A. (2018). Comprensiones híbridas y diálogo intercultural: Dos principios básicos para la construcción de propuestas contextualizadas en orientación y asesoramiento para la carrera. Revista Mexicana de Orientación Educativa15(34), 1-21.

Por que uma abordagem focada na justiça social para orientação profissional e de carreira (OPC) é importante na época do coronavírus:

Traducción NO oficial por Ps.Amilkar A. Brunal.Disponible en https://revistaorientaccion.blogspot.com/2020/04/por-que-un-enfoque-centrado-en-la.html
 Red latinoamericana de Profesionales de la Orientación (RELAPRO)

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 Reflexões a partir da América Latina – O caso do Brasil
Marcelo Afonso Ribeiro
(Universidade de São Paulo, São Paulo, SP, Brasil)

Tristram Hooley (Universidade de Derby, Reino Unido), Ronald Sultana (Universidade de Malta, Malta) e Rie Thomsen (Universidade de Aarhus, Dinamarca) cumpriram importante papel ao incluir o campo da orientação profissional e de carreira (OPC) no diálogo emergente e urgente da crise mundial gerada pelo coronavírus em seu texto “Por que uma abordagem focada na justiça social para orientação profissional e de carreira é importante na época do coronavírus?”[1][2]. Afinal duas dimensões centrais da vida estão sendo interpeladas radicalmente: os projetos de vida e os projetos de trabalho de todos/as, sem exceção, estão em xeque. Estados e nações buscam compreender o fenômeno em curso e alguns parâmetros para esta discussão ficam explicitados. Pretendo fazer uma breve e inacabada discussão semelhante aos/às autores/as, entretanto, com um olhar de alguém que vive em um contexto de desigualdade social, informalização do trabalho e baixo suporte do Estado, como o contexto do Brasil, a fim de traçar pontos comuns e pontos locais da questão abordada. Elegi quatro pontos centrais para a discussão realçados por algumas das consequências sociais e econômicas geradas pela pandemia.

Em primeiro lugar, as disputas entre modelos de Estado com uma maior ênfase em políticas de desenvolvimento social versus modelos com uma maior ênfase em políticas de desenvolvimento econômico com gradações entre estes extremos, conforme já vinham discutindo Ricardo Antunes[3] no Brasil e Alain Touraine na França[4]. Dilema, este, que se constrói a partir de dois interesses em confronto: de um lado, a globalização e o produtivismo (desenvolvimento econômico), e, de outro lado, a defesa dos direitos humanos básicos (desenvolvimento social), entre eles, o direito ao trabalho e, preferencialmente, um trabalho decente, como preconiza a Organização Internacional do Trabalho (OIT)[5]. Esta questão emergiu no falso dilema entre as ações de combate à pandemia que deveriam pensar primeiro na economia e depois na saúde das pessoas, ou vice-versa, não existe economia sem saúde e saúde sem economia. A questão da quarentena, do isolamento social e do distanciamento social como estratégias de combate à pandemia está no centro deste dilema. Isto reacende a questão de quem trabalha para quem, ou seja, os/as cidadãos/ãs devem trabalhar para garantir o pleno funcionamento do Estado ou o Estado deve trabalhar para garantir o pleno bem-estar das pessoas? Isto coloca em xeque a função do Estado: quem trabalha para quem? Concordo com a premissa de que, no sistema capitalista, sem desenvolvimento econômico não há desenvolvimento social, mas sem desenvolvimento social, o desenvolvimento econômico não se sustenta, ou seja, as pessoas deveriam ser, sempre, o fim direto de qualquer ação estatal (no contexto da pandemia, a garantia da saúde vem em primeiro lugar associada a ações de garantia de renda mínima para todos/as). Neste ponto, a adoção de políticas neoliberais em contextos de desigualdade social acentuada, como o Brasil, impede qualquer possibilidade de emancipação e ascensão a partir do trabalho para a maiorias das pessoas[6]. No campo da OPC, a utilização de estratégias de visem, exclusivamente, ajustamento ou adaptação são, de forma direta, estratégias que impedem qualquer possibilidade de emancipação social, pois dizem para as pessoas o que a sociedade destinou a elas, sem oferecer a opção de tentar transcender este lugar socioeconômica e culturalmente definido. Neste sentido, a crise que a pandemia instaurou se mostra como uma ótima oportunidade de questionar o normal vigente e começarmos a pensar qual será o novo normal. Neste ponto, parte da construção do novo normal seria a desconstrução da institucionalização e consolidação em andamento, inclusive jurídica[7], de dois grupos antagônicos de pessoas: as que merecem direitos (membros plenos da sociedade) e as que devem se contentar em trabalhar sem direitos (membros não plenos da sociedade), com um grupo transicional que pleiteia ser membro pleno da sociedade. Nesta linha de raciocínio, direitos seriam privilégios para alguns/mas (os/as mais qualificados/as e com posição social alcançada pela meritocracia), enquanto a grande maioria não teria direitos e deveria se contentar com uma vida precária e um trabalho precário [e.g., migrantes na Europa e metade da PEA (População Economicamente Ativa) no Brasil), legitimando a injustiça social fundamentada no argumento de que “vocês não são como nós, por isto podem ser explorados/as”, conforme salientam Monica Budowski e Sebastian Schief da Universidade de Fribourg (Suiça)[8]. Discordo deste posicionamento e acredito que todos/as devem ter acesso aos direitos fundamentais e o Estado deveria garantir condições mínimas para tal. Concordo com Hooley, Sultana e Thomsen de que o trabalho do orientador/a é um espaço privilegiado para auxiliar na construção deste novo normal, principalmente ajudando as pessoas a desafiar e transcender os mecanismos dominantes neoliberais, contribuindo na consciência crítica de que a individualização da proteção social é impossibilitada para a grande maioria da população mundial, e que a OPC tem que começar a cuidar dos/as trabalhadores/as informais e precarizados/as (dos/as que não tem nem emprego, nem trabalho decente).

Em segundo lugar, as disputas entre modelos sociais, políticos e culturais, principalmente entre modelos ocidentais[9] e modelos asiáticos[10]. Nestas disputas estão em jogo o controle e a tutela que o Estado deve exercer numa dicotomia entre liberdade individual e controle estatal, com gradações entre estes extremos, ou seja, pouco controle estatal com maior responsabilização das pessoas por suas vidas (neoliberalismo) versus maior controle estatal (e.g., modelo norte-americano versus modelo chinês). No campo da OPC isto aparece com as questões da liberdade de escolha e da autonomia. E temos que nos fazer algumas perguntas. A primeira pergunta é: O que seria uma liberdade de escolha? Qualquer tentativa de resposta a esta questão coloca em jogo modelos culturais coletivistas versus modelos culturais individualistas. Jean Guichard, do CNAM (Conservatoire National des Arts et Métiers, França)[11] já nos alertava que qualquer intervenção em OPC deveria introduzir um dilema ético na questão da liberdade de escolha, e convidar a todos/as a pensar na “percepção do preço para a humanidade de nossas conquistas pessoais”. No contexto da pandemia, não distanciar-se socialmente pode gerar um número maior de mortes; no contexto do trabalho, não pensar nas consequências e impactos das minhas decisões cotidianas sobre a vida dos/as outros/as e do mundo em geral pode prejudicar pessoas, processos de trabalho e contextos (e.g., a ideia de emprego verde proposta pela OIT[12], definido como um trabalho que preserva ou estabelece a qualidade do meio ambiente, independentemente de sua área de atuação). Este exemplo nos traz a questão da autonomia, ou seja, quem pode ser autônomo/a? Pessoas com capital social e econômico e suficiente para tal, como diria Pierre Bourdieu[13]. No Brasil, por exemplo, com mais de 50% dos/as trabalhadores/as na informalidade ou desempregados/as, a decisão de não trabalhar, não é uma decisão simples, nem exclusivamente pessoal pela falta de autonomia da maioria. Por conta disto, muitas pessoas estão se expondo ao risco de se contaminar e contaminar os/as demais por questões de sobrevivência. Este é um retrato de como a individualização da vida em contextos de desigualdade social, como da América Latina, é uma estratégia que deixa as pessoas em situação precária e de falta de segurança. Desta maneira, penso que saídas individualizadas são ineficazes em contextos socioeconomicamente desiguais, há necessidade de suporte comunitário, social e estatal, o que coloca em xeque o modelo dominante neoliberal, ao mesmo tempo em que, deve-se tomar cuidar para não incentivar ações estatais autocráticas. Retornando ao campo da OPC, Frank Parsons, fundador do campo, defendia que uma orientação não faria sentido se não contribuísse com a emancipação e a transformação psicossocial, e preconizava o princípio do mutualismo como saída ao capitalismo ao apregoar a troca da competição pela cooperação, e da ambição pelo dinheiro pelo consenso e pela humanidade, acreditando que a sociedade deveria ser controlada pelo povo e gerida pelo poder público, em prol do bem-estar do todos/as, o que retoma a definição de público, ou seja, para todos/as em prol do bem-comum[14].

Em terceiro lugar, a necessidade urgente de incluir a discussão do que é trabalhar no centro das intervenções em OPC, em termos de que tipo de trabalho irei desempenhar, qual o lugar do trabalho na minha vida, qual a finalidade do trabalhar para mim, o que espero alcançar com meu trabalho, quais seriam os potenciais impactos do meu trabalho nas várias dimensões da sociedade, e que lugar estaria destinado a mim no mundo do trabalho em função da minha posição socioeconômica e cultural. Em síntese, que lugar eu ocupo nas relações de poder na sociedade e qual a chance de transcendê-lo. Silvio Bock[15] já alertava desta necessidade no início dos anos 2000 em sua abordagem sócio-histórica para a OPC, e Hooley, Sultana e Thomsen reforçam esta tese ao propor a construção da consciência crítica e o auxílio às “pessoas a entender a (sua) situação (política), não apenas a reagir a ela em nível pessoal”.

E, finalmente, dois pontos que gostaria de questionar na argumentação de Tristram Hooley, Ronald Sultana e Rie Thomsen, e propor saídas alternativas para contextos latino-americanos. O primeiro ponto diz respeito a necessidade de ampliação das práticas online e isto esbarra numa questão que estamos vivenciando no Brasil: Quem tem acesso e/ou acesso de qualidade à Internet para ficar online, por exemplo, durante uma aula de 3 horas? Uma boa parte da população brasileira não tem, principalmente a partir de suas casas. Isto coloca um limite às práticas online, que é a questão da exclusão digital. E, o segundo ponto, diz respeito à ampliação da oferta de políticas públicas de OPC e isto esbarra numa outra questão histórica vivenciada no Brasil: nunca tivemos nenhum tipo de política pública de OPC e não parece estar no horizonte do governo brasileiro esta proposta atualmente. Alternativas a este problema, em contextos de baixo suporte estatal e alta desigualdade social, devem vir de estratégias comunitárias e das organizações sociais. Um exemplo é o trabalho desenvolvido por Sergio Rascován[16] na Argentina em comunidades periféricas de Buenos Aires a partir de uma rádio comunitária, ou seja, diante da deficiência digital, podemos lançar mão dos recursos sociocomunitários já existentes, como vem acontecendo nas comunidades de baixo poder aquisitivo no Brasil para o combate da pandemia (por exemplo, pela utilização de carros de som circulando pelas ruas). Como se isolar socialmente se dependo do trabalho diário para a sobrevivência? Comunidades, associações de bairro e movimentos sociais locais vêm criando formas alternativas locais de evitar a disseminação do coronavírus, sustentar a economia local e garantir condições mínimas de segurança e proteção independentemente do Estado que está praticamente ausente nestes contextos. Devemos seguir lutando tanto pela inclusão digital, quanto por políticas públicas de OPC, mas, enquanto isto não se efetiva, temos que considerar que o novo normal dos trabalhos de OPC, se quisermos incluir todos/as, não está nas práticas online, nem a partir de políticas públicas, mas antes, a partir da organização comunitária, que é a organização possível para uma boa parte das pessoas no Brasil, e dos recursos que ela dispõe. Isto não significa que não devemos levar a sério e empreender uma agenda de pesquisa e de experimentação intensa de trabalhos de OPC online, que vem se mostrando urgente diante da realidade da pandemia. Assim, para ter o potencial de emancipação, a OPC não pode ser um trabalho restrito à relação a dois (orientador/a e orientando/a) ou grupal, ela necessita incluir, de forma direta, a comunidade de origem dos/as orientandos/as, não como mera fonte de consulta, mas como cocolaboradora no processo de construção do projeto de vida de trabalho do orientando/a (por exemplo, promovendo grupos de discussão em associações comunitárias com orientandos/as e moradores/as locais).

Em suma, penso que a crise multidimensional gerada pela pandemia do coronavírus é uma excelente oportunidade para reconstrução do mundo e, no caso específico, do campo da OPC, do qual vários/as autores/as vinham assinalando pontos necessários de mudança e que, agora, encontram espaço para potencialmente se efetivarem, diante da tarefa imposta de pensar sobre o novo normal. Cito uma síntese das demandas de transformação OPC que publiquei em 2018[17], como exemplo do projeto colocado ao campo.

1) Enfrentamento da flexibilização, individualização e precarização do mundo do trabalho e das carreiras para atender às demandas sociais e de trabalho contemporâneas de forma socialmente justa.
2) Contextualização das teorias e práticas.
3) Incorporação de novas epistemes em sintonia com os avanços no campo da ciência.
4) Ampliação e diversificação do público atendido.
5) Incorporação das discussões da interseccionalidade de raça/etnia, gênero/sexualidade e classe social nas teorias e práticas em orientação.
6) Incorporação de projetos de transformação social em suas práticas, como Frank Parsons propôs inicialmente.
Este é o nosso desafio atual: aproveitar a brecha criada na sociedade pela pandemia e tentar recriar um normal que tenha todas as pessoas como centro de qualquer ação social e política. Citando Hooley, Sultana e Thomsen: “Em tal situação, precisamos pensar em como podemos tornar o novo normal um mundo mais justo, humano e sustentável”, que possa oferecer OPC para todos/as de forma contextualizada e em diálogo permanente com todos/as.

São Paulo, 5 de abril de 2020



[1] Hooley, T., Sultana, S., & Thomsen, R. (2020). Why a social justice informed approach to career guidance matters in the time of coronavirus. Retrieved from: https://careerguidancesocialjustice.wordpress.com/2020/03/23/why-a-social-justice-informed-approach-to-career-guidance-matters-in-the-time-of-coronavirus/
[2] David Blustein (EUA), igualmente, tem incentivado e coordenado ações através do link: https://lists.purdue.edu/mailman/listinfo/psychologyofworking
[3] Antunes, R. (2015). O caracol e sua concha: ensaios sobre a nova morfologia do trabalho. São Paulo: Boitempo.
[4] Touraine, A. (2006). Novo paradigma para compreender o mundo. Petrópolis: Vozes.
[5] International Labour Organization (ILO, 1999). Report on decent work. Retrieved from: http://www.ilo.org/public/english/standards/relm/ilc/ilc87/rep-i.htm
[6] Conforme artigo de minha autoria no prelo.
Ribeiro, M. A. (no prelo). Reforma trabalhista: uma análise psicossocial. Revista de Psicologia da UFC.
[7] A chamada Reforma Trabalhista (Lei nº 13.467, de 13 de julho de 2017) realizada no Brasil é um exemplo disto.
[8] Comunicação pessoal, 5 de março de 2020.
[9] De Masi, D. (2020) Coronavirus anuncia revolução no modo de vida que conhecemos. Extraído de: https://www.folha.uol.com.br/ilustrissima/2020/03/coronavirusanuncia-revolucao-no-modo-de-vida-queconhecemos. shtml?utm.source=whatsapp&utmmedium=soial&utm campaign=compwa.
[10] Han, B.-C. (2020) O coronavírus de hoje e o mundo de amanhã. Extraído de: https://brasil.elpais.com/ideas/2020-03-22/o-coronavirus-de-hoje-e-o-mundo-de-amanha-segundo-ofilosofo-byung-chul-han.html
[11] Comunicação pessoal, 24 de maio de 2018.

[12] Organização Internacional do Trabalho (OIT, 2009). Empregos verdes: rumo ao Trabalho Decente em um mundo sustentável e com baixas emissões de caborno. Resumo. Extraído de: http://www.oit.org/brasilia/publicacoes/WCMS_229627/lang--pt/index.htm

[13] Bourdieu, P. (2002/1971). Esboço de uma teoria da prática. Lisboa: Celta.
[14] Parsons, F. (1894). Our country’s need. Boston, MA: Arena.
Parsons, F. (1894). The philosophy of mutualism. Arena, 9, 783-815.
[15] Bock, S. D. (2002). Orientação profissional: a abordagem sócio-histórica. São Paulo: Cortez.
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