Orientación para el desarrollo de la Conciencia Moral
En este capítulo se
plantea la Orientación para el desarrollo de la Conciencia Moral[1],
como proceso pedagógico para facilitar la búsqueda de “Sentido de la Vida
en comunidad” a partir del concepto de “Saber Estar/Convivir”
como proceso fundamental de la construcción de persona como lo plantea Palacios (2017):
La construcción de: “persona”, implica
reconocer que la persona es un ser social, producto y síntesis de un conjunto
de relaciones sociales que contraen los hombres en un determinado contexto
histórico y sociocultural. Es decir que la conducta, el comportamiento,
los aspectos socio afectivos y socio emocionales de cada persona en
singular deviene de esos contextos y relaciones sociales”.
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Dicho proceso de socialización implica
cierto nivel de desarrollo moral. Para desarrollar tales fines, asumimos la
perspectiva de Savater (2001) en relación con definiciones de Moral y Ética.
“Moral, es el
conjunto de comportamientos y normas que tú, yo y algunos de quienes nos
rodean solemos aceptar como válidos; «ética» es la reflexión sobre por qué
los consideramos válidos y la comparación con otras «morales» que tienen
personas diferentes”.
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Se acoge en este modelo el enfoque
de Savater respecto a la conciencia moral, cuando presenta la solución para la
imbecilidad moral de la siguiente manera:
Lo
contrario de ser moralmente imbécil es tener conciencia. ¿En qué consiste esa
conciencia que nos curará de la imbecilidad moral? Fundamentalmente en los
siguientes rasgos: a) Saber que no todo da igual porque queremos realmente
vivir y además vivir bien, humanamente bien.
b) Estar dispuestos a fijarnos en si lo que
hacemos corresponde a lo que de veras queremos o no.
c)
A base de práctica, ir desarrollando el buen gusto moral, de tal modo que haya
ciertas cosas que nos repugne espontánea mente hacer (por ejemplo, que le dé a
uno «asco» mentir como nos da asco por lo general mear en la sopera de la que
vamos a servirnos de inmediato...).
d)
Renunciar a buscar coartadas que disimulen que somos libres y por tanto
razonablemente responsables de las consecuencias de nuestros actos.
Parafraseando a Savater se
considera en este modelo existencial la conciencia moral como:
“Convicción de
que las acciones humanas tienen efectos trascendentales diferenciales en la
vida de otros dependiendo del interés personal, para lo cual se necesita estar dispuestos a asumir las
consecuencias de nuestros actos evaluadas con respecto a nuestras intenciones
originales buscando desarrollar criterio moral estético”
Fernando Savater
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Se complementa dicho
planteamiento asumiendo la postura de Maturana
cuando afirma:
La ética se constituye en la preocupación por las consecuencias que
tienen las acciones de uno sobre otro y adquiere su forma desde la legitimidad
del otro como un ser con el cual uno configura un mundo social. Si miramos a las condiciones bajo las
cuales surgen nuestras preocupaciones éticas, vemos que todas son condiciones
en que el otro tiene presencia y es visto en su legitimidad, y esto ocurre sólo
en el dominio de las acciones que constituyen al amor. Es por esto, repetimos,
que afirmamos que lo ético surge como preocupación por las consecuencias que
nuestras acciones tienen sobre el otro sólo en un ámbito social y jamás van más
allá del ámbito social en que surgen.
El Sentido de lo Humano.
Por
otra parte, según González Bello y Chacón (2015), el ejercicio de la
Orientación necesita nutrirse de los aspectos sociales para su cualificación:
“… es imperativo y necesario que los profesionales de la Orientación
tomen en cuenta los aspectos relacionados con la justicia social en sus
actividades profesionales para un mejor abordaje de las necesidades
colectivas”
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Por último, Silvia Gabriela Vázquez
(2013; 2015; 2017) hace hincapié en el rol del orientador como promotor del “Compromiso
Social Aplicado”, noción que ha acuñado para referirse a la consideración de
las necesidades sociales al construir un proyecto vocacional:
“Que el
Orientante se pregunte
no sólo ¿a
qué deseo dedicarme?
O ¿qué me
apasiona hacer?
sino
además
¿cómo
puedo ayudar al otro,
a la
sociedad
desde mi
rol profesional?”
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[1] Categoría ética que expresa la forma superior de capacidad del
individuo de ejercer autocontrol moral. A diferencia del motivo (sentido
del deber), la conciencia incluye también la autovaloración por el hombre,
sobre la base de la comprensión de su responsabilidad ante la sociedad, de las acciones realizadas.
La conciencia obliga al hombre a que no simplemente logre con sus acciones el
respeto a sí mismo (que no se humille), a que no pierda el sentido del humor y
la dignidad personales, sino también a que dedique todas sus fuerzas al
servicio de la sociedad, la clase de vanguardia y toda la humanidad. La
conciencia presupone asimismo la capacidad del
individuo de valorar de igual manera sus propias opiniones y las de otros en
conformidad con las necesidades objetivas de la sociedad, así como la
responsabilidad del hombre no solo por sus propias acciones, sino también por
todo lo que ocurre en el mundo circundante. La conciencia
del hombre se forma socialmente y se determina por la medida del
desarrollo histórico del mismo, así como por su posición social en las
condiciones objetivas en las que se encuentra. La conciencia puede manifestarse
tanto en forma de concientización por el individuo del significado moral de sus
acciones como en un conjunto de vivencias emocionales (remordimiento de la
conciencia). 1984:79-80. Diccionario
filosófico de Rosental e Iudin·
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