ASESORÍA A LOS PROYECTOS DE VIDA DE LOS ESTUDIANTES Y DE QUIENES NO
ESTUDIAN.
“ORIENTACIÓN VOCACIONAL/PROFESIONAL Y SOCIO-OCUPACIONAL”
EL SENTIDO
DE VIDA EN LA ORIENTACIÓN
Una mirada
desde la Logoterapia
Aleyda
Yelixa Ríos Del Moral[1]
Esta ponencia, muy posiblemente a diferencia
de otras que ya hemos escuchado y de otras que escucharemos, no está basada en
un proceso de investigación formal, riguroso, científico, sino que traduce las
experiencias que conforman mi quehacer como Orientadora en una Institución
Educativa de la ciudad de Valencia, Estado Carabobo, Venezuela. Y más
específicamente, relata las aplicaciones prácticas de encuentros
interpersonales empáticos, en el cual el Orientador, centrado en la persona,
“procura ayudar al desarrollo de sus potencialidades ante situaciones de crisis
o necesidad de discernimiento, para llegar al autodescubrimiento, la confianza
y aceptación de sí mismo, y el libre desarrollo de su persona, respetando su
paradigma o la concepción de la vida y del hombre” (Milano, 2011).
Esta ponencia presenta la importancia de la
formación del Orientador, no en la concepción de acumulador de títulos y
diplomas académicos, sino en el aspecto personal que le permita “vincularse” y
encontrarse con el otro. Encuentro entendido como un estar uno con otro en el
presente propio, es decir, un presente tal que se sazona totalmente a partir
del pasado y que también lleva en sí la posibilidad del futuro. (Binswanger,
1973, citado en Milano, 2011). Orientar es acompañar al otro a proyectarse a
futuro, viviendo el presente, pero aprendiendo del pasado. Es colaborar con el
otro a descubrir el sentido de vida consciente de una libre visión y elección
de su propio destino.
Por
lo anteriormente expuesto, me atrevo a compartir el impacto que la Logoterapia
ha tenido en vida personal y ejercicio profesional, convirtiéndose en estilo de
la vida que debe y puede practicar todo hombre por el simple hecho de ser
“humano” y que la mayoría de sus propuestas son de sentido común. Nada hay más
fácil que “Ser humano”, pero a su vez
es lo que más le cuesta al hombre. Es una actitud ante la vida caracterizada
por el protagonismo y la esperanza.
La
Logoterapia me ofrece y ofrece un horizonte de sentido y herramientas para un
cuidado de la existencia que permanece aún en las situaciones aparentemente más
desesperadas: porque el tiempo del sufrimiento puede ser un tiempo en el que,
lejos de agotarse o apagarse para siempre, se exprese y se refuerce el “gran
amor” por la vida.
La Tercera Escuela Vienesa de Psicoterapia desarrollada
por Viktor Frankl se centra en el significado de la existencia humana, así como
en la búsqueda de dicho sentido por parte del hombre. Según esta escuela, la
primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle sentido a la
propia vida, a la vida tal cual es.
Por
eso a pesar de las situaciones que nos toque enfrentar, toda vida vale la pena
ser vivida y más aún cuando el hombre pone en práctica la fuerza de oposición
del espíritu frente al destino, es decir, frente a aquello con lo que me
encuentro en la vida sin haberlo elegido; pero ante lo cual sigo siendo libre
de actuar, de un modo o de otro.
El
sentido está siempre cambiando, pero jamás falta. En caso de no verlo, habrá
que dotar a la vida de sentido aún en las situaciones más difíciles donde lo
que importa es dar testimonio de la mejor y exclusiva potencialidad humana: la
de transformar la tragedia, la enfermedad y el fracaso en un triunfo personal,
en un logro humano. Más aún, según Frankl: “La
vida cobra más sentido cuanto más difícil se hace”.
Tan solo existe un problema
auténticamente serio y es el de juzgar si la vida vale o no la pena de ser
vivida.
La
Logoterapia ayuda a humanizar y personalizar al hombre; y, por tanto, ayuda a
humanizar nuestro ejercicio profesional; lo ayuda a lograr su plenitud a partir
de una adecuada concepción de hombre como persona en comunidad de personas.
Desde
el punto de vista práctico esta psicoterapia siempre cumple como una
característica de su esencia, el rol de “despertador de conciencias” (Mucci,
2016) porque el hombre corre el riesgo de transitar por la vida sin nunca
llegar a saber quién es, para qué existe y cuál es su misión existencial. Todo
lo que la logoterapia exige es una manera auténtica de vivir.
La
Logoterapia despierta a la persona en su rol de protagonista de su propia
historia, de su felicidad, de sus logros y en su rol de constructor de su
persona dado que el hombre es un ser llamado a elegir un proyecto de vida en
conformidad con su propio ser, por lo tanto “artífice de su destino”. Proyecto
de vida no son las ocurrencias caprichosas con las que llenamos el tiempo de la
vida, sino la orientación organizada de los esfuerzos para “dar vida a la vida”.
Es la Orientación de nuestras verdaderas vocaciones.
El
enfoque de la Orientación Vocacional
(Brunal, Vázquez y Colaboradores, 2015), entendido como conjunto de procesos de
asesoría a los fenómenos existenciales: “búsqueda
de sentido de vida” y “la
construcción social de proyectos de vida” revela el conflicto existencial
que experimenta el adolescente, joven, e incluso el adulto ante la diatriba: “Deber Ser – Querer ser”, que puede ser
enfrentada o resuelta desde la propuesta logo terapéutica, desarrollando la
actitud de búsqueda de los “para qué”
de las situaciones tanto del fracaso como del éxito, de visualizar el futuro no
como una utopía o como algo que hay que saltar velozmente; sino como una
posibilidad esperanzadora, la de asumir el compromiso de la búsqueda de la
misión en la vida. Cómo dice Frankl: “no
basta con preguntarse por el sentido de la vida, sino que hay que responder a
él respondiendo ante la vida misma”. El hombre solo llega a ser tal, en la
medida en que descubre el sentido de la vida ,el “ por qué” y el “para qué
existir”.
El Sentido de Vida.
Los ambientes académicos, laborales, familiares en
la actualidad, se caracterizan por el excesivo apego a la tecnología, al
consumismo, al materialismo, al reduccionismo. Los estudiantes, los empleados,
los padres, los hijos, exhiben conductas que denotan aburrimiento, desinterés y
apatía, a pesar de tenerlo todo: alimentación, vivienda, salud, familia,
educación, recreación.
Ya Frankl, en el año 1966, en su artículo: "La autotrascendencia como fenómeno
humano” hacía
referencia a que el aburrimiento y
la apatía eran cada día mayores, generándose un “Vacío Existencial”, el autor plantea las siguientes interrogantes:
¿Cómo pueden los jóvenes hallar una vida que valga la pena ser vivida y que
tenga sentido, si se les adoctrina de acuerdo al reduccionismo? ¿Cómo pueden
preocuparse por ideales y valores si se les interpreta como simples mecanismos
de defensa? ,¿Cómo resuelven el conflicto existencial que se genera entre el
ser y el tener?, ¿Qué es lo valioso?: ¿Lo que
tengo?, ¿lo que quiero? ¿lo que soy? ¿Lo que hago? La solución, desde la
logoterapia, para superar este vacío existencial, es asumir una sólida
filosofía de vida, con base en la vivencia de los valores. Hay que reivindicar los valores espirituales, en
especial en los ambientes familiares y escolares, marcados por la
superficialidad y la falta de transcendencia, los cuales, según León (2014):
“…abren a la persona a un
universo completamente nuevo. Los valores son horizontes de referencias,
finalidades que nunca asumimos plenamente, pero que podemos, gradualmente,
conocer y amar, podemos proponerlos como metas de nuestro propio itinerario.
Los valores, pues, no son hechos, pero son lo que hacen que la existencia tenga
valor”
La Orientación y el Orientador, deben propiciar la vivencia
de los valores; debe fomentar, atendiendo la edad cronológica y de acuerdo a la tesis logoterapéutica y del análisis
existencial, la configuración de la vida plena de sentido, mediante el descubrimiento
de los valores. El hombre mediante la incesante relación consigo mismo y con el
mundo exterior se entiende como un descubridor de valores que a su
vez aplica o modifica en su vida cotidiana.
Los valores son objetos,
contenidos espirituales, que mueven al hombre efectivamente, suscitan
emociones. (Antúnez, 2009). A cada valor percibido corresponde un sentimiento.
Cada sentimiento es transformado de acuerdo a emociones o estímulos
externos.
En la concepción
existencial del hombre, el valor fundamental es la captación de nuestra propia
existencia y la de las demás personas o cosas del mundo. En esta misma línea de
pensamiento, el hombre al cobrar conciencia de sí mismo cobra conciencia de los
demás y pone en práctica todo su potencial en el desarrollo de sus propios
valores.
Viktor E. Frankl (1991) propone
que las acciones del hombre son determinadas por impulsos y
manifestaciones que orientan y dan sentido a su vida tales como la
espiritualidad, libertad y responsabilidad. En referencia a la espiritualidad
esta no es solamente una manifestación originaria sino el sustento mismo de la
existencia humana, porque es el hombre el único ser sobre el planeta que puede
tener conciencia de sí mismo y de su dimensión espiritualidad. La
espiritualidad, refiere, es una fuerza intangible que no requiere de la
existencia física para manifestarse. Es esa capacidad de sustraerse de
demarcaciones temporales y espaciales, porque puede estar en el pasado,
presento o futuro en todo aquello que el hombre puede tocar, percibir y sentir.
El valor espiritual del
hombre no se aboca exclusivamente a resolver contradicciones o contingencias
del instinto, sino que dota al hombre de la posibilidad de trascender y
armonizar los intereses vitales de su existencia.
En el segundo plano, al
señalar Viktor Frankl a la libertad como valor primordial, esta tampoco
requiere de una demostración palpable de su existencia, porque siendo la
libertad un valor determinado por la sociedad y cuestionada por el determinismo
filosófico, su trascendencia radica en que la libertad se presenta ante el
hombre, al margen de estas posturas en pugna, como una capacidad
espiritual de elección en la experiencia de vida.
Esta vivencia de la libertad no se refiere a una libertad absoluta
y total, sino que se refiere a una libertad marcada y delimitada en términos de
los contextos que le rodean y en ello radica la originalidad de la definición
de Frankl (1991):
“La
libertad es la capacidad que tiene la persona espiritual de tomar una actitud u
otra frente a los determinismos o condicionamientos impuestos ya sea por la
herencia o por la sociedad. El hombre es libre para el cumplimiento o
realización del sentido concreto de la existencia personal”.
Finalmente, y en tercer
término, es indispensable destacar la importancia del concepto de
responsabilidad como pilar y base de la existencia desde la perspectiva de la
logoterapia, el hombre que se realiza y se coloca a si mismo frente a una
posibilidad verdadera de trascendencia, es el que vive con responsabilidad de su
vida y de su conciencia. El hombre se enfrenta en primer lugar a su propia
conciencia y a todo un mundo que se le opone prácticamente desde su nacimiento,
pero al irse socializando tiene que asimilar formas de vida y contextos en
donde prevalece el “deber ser” sobre el “Ser”, y es en este sentido en el que
surgen los conceptos de libertad de elección con responsabilidad.
El hombre es responsable
de elegir lo que puede y debe ser, en la disyuntiva de que debe elegir tomando
en cuenta las consecuencias y desde luego siendo responsable de las
mismas.
Para la logoterapia, y para el Logo-Orientador, el ser humano tiene posibilidades de realización de valores para
darle sentido a su vida. Frankl habla dentro de esta sólida filosofía
de la vida, de la necesidad que existe de vivir esta realidad a través de tres
caminos que tiene el ser humano para lograrlo: Son los valores de creación, de
experiencia y de actitud. Por medio de estos senderos el hombre puede encontrar
y descubrir el sentido de su vida. Implica un
recorrido por los diferentes ámbitos de la conciencia humana.
Al tratar sobre los valores de CREACION se está hablando de
la posibilidad de DAR: no se
trata de dar "algo externo", sino ofrecer algo interno, mío, producto
de mi creación y trabajo, como lo dice su nombre. Sin embargo, este es sólo un
primer paso. Se producen y concretan por la actividad de hombres y mujeres y son valores que cada uno
realiza ya sea en el ejercicio de su profesión u oficio
y en las actividades prácticas de su vida
cotidiana.
Existen, además, los valores de EXISTENCIA, llamados también de RECIBIR. A través de ellos tengo
la capacidad de recibir lo que me ofrece la naturaleza y el mundo: vivencias estéticas naturales, que son
imágenes de Dios, o creadas por el hombre. (Mucci, 2016). Sin embargo,
quizá la experiencia más plena es la del amor de Dios y de los demás. El
encuentro YO-TU, que nos habla de la unicidad e irrepetibilidad del ser humano,
del desarrollo de sus potencialidades cada vez mayores, que nos enriquecen
gratuitamente.
La experiencia
humana es el conjunto de principios universales generalizados y a estos
principios o sentidos universales se les designa con el nombre de valores,
tanto el sentido como la experiencia tienen una carácter único e irrepetible y
mientras que el sentido es algo concreto, el valor se amplía a diferentes
situaciones típicas y repetitivas, por lo tanto, el valor y la experiencia son
definiciones universales y abstractas que pertenecen al mundo de los sentidos.
(Antúnez, 2009). Los valores experienciales son aquellos que el ser humano
recibe gratuitamente del mundo en forma de goce o vivencia estética, el
carácter contemplativo de la naturaleza o el encuentro humano en una relación
afectiva.
Por último, se
presentan los valores actitudinales, los cuales son desarrollados por el hombre
frente a la vida como su mayor aspiración frente al sufrimiento irreversible.
Son una postura que el ser humano toma ante aquellas situaciones irreparables
fatales e irreversibles que necesariamente se asocian a los efectos de culpa,
sufrimiento, dolor y muerte.
Los valores de ACTITUD,
el saber y poder DAR Y RECIBIR es
uno de los grandes sentidos de todo ser humano. En gran parte, está allí el
proceso de madurez. Lo que importa aquí es la actitud que la persona adopte ante
una situación que no puede evitar. La posibilidad de llegar a realizar esta
clase de valores se da, por tanto, siempre que un hombre se enfrenta con un
destino que no le deja otra opción que la de afrontarlo. Lo que importa es
"cómo lo soporta, como carga con él como con una cruz, como sobrevive"
Se trata de actitudes humanas, como el sufrimiento, como la dignidad frente a
la ruina o el fracaso.
En la medida que estos valores de actitud se incorporar al campo de las
posibles categorías de valores, se ve que, en rigor, la existencia humana no
puede carecer nunca de sentido.En su paso por esta vida, el hombre para armonizar su existencia
requiere de la asimilación y puesta en práctica de todo un conjunto de valores
que le den sentido a su vida. La vivencia de estos valores con libertad y
responsabilidad constituyen las pautas para lograr la autotrascendencia
espiritual: capacidad para salir de sí para encontrarse con el otro.
“Nos pueden quitar todo excepto una cosa, una última libertad humana,
elegir qué actitud adoptamos ante las circunstancias”
Viktor Frankl.
BIBLIOGRAFÍA.
Antúnez,
G. (2009): Valores que fortalecen al hombre desde la perspectiva de la
Logoterapia. Disponible: http://www.revistamagma.mx/ini/numeros-2009/ano-5-no-9-enero-junio-2009/111-valores-que-fortalecen-al-hombre-desde-la-perspectiva-de-la-logoterapia
[Consultado:
2017, Febrero, 01]
Frankl,
V. (1991) el Hombre en busca de Sentido. Editorial Herder. Barcelona.
León,
F. (2014): Antropología Filosófica. Universidad de Carabobo. Dirección de
Medios y Publicaciones. Departamento de Producción Editorial. Valencia.
Milano,
J. (2011): Counseling Logoterapéutico como orientación espiritual para la salud.
Sentido Lumen. Buenos Aires.
Mucci,
R. (2016): Viktor Frankl y la Logoterapia. Disponible: http://www.logoterapia.com.mx/logoterapia
[Consultado:
2017, febrero, 03]