Una situación hipotética, vivida por cualquiera de
las personas que ha trabajado en Orientación vocacional, puede ilustrarnos este punto.
Imaginemos una reunión de egresados de un colegio de nuestra amada Latinoamérica,
uno de aquellos encuentros que tanto se anhelan en el momento de la graduación,
pero a los que solo acuden algunos pocos de los invitados. Supongamos que este
encuentro imaginario ocurre 5 años después del grado, con lo que podríamos
pensar que la asistencia a estas citación, que se ha comprobado disminuye de
manera inversamente proporcional al paso del tiempo, no sea tan baja.
Uno de los estudiantes, a quien llamaremos sin
ninguna razón particular “Manuel”, está alegremente en este encuentro
compartiendo con los compañeros y se
acerca a saludar a sus maestros. Particularmente se detiene a conversar con el
orientador escolar. “Profe, qué alegría volver a verlo”. “Igualmente, Manuel,
¿cómo te ha ido?” “pues profe, muy bien. Estudiando y trabajando”. El
orientador, curioso, recuerda que Manuel era excelente con los números, y que
en el proceso de Orientación vocacional
le recomendó estudiar una carrera relacionada con las matemáticas; le pregunta
“¿y qué estudias?” “Antropología, profesor. Me vinculé a la universidad
nacional, y estoy trabajando un proyecto con culturas indígenas”.
Manuel no puede evitar observar la sorpresa en el
rostro del orientador. Con una traviesa sonrisa, lo escucha atentamente para
comprender su desconcierto “Manuel, yo pensé que ibas a estudiar una
ingeniería” comenta el orientador. “Si,
maestro. Eso pensé yo también. Pero la vida me llevó por otros caminos y estoy
muy bien. La verdad, siento que todas esas charlas y pruebas que hicimos con
usted, no me sirvieron para nada. Lo que usted me dijo que estudiara no era lo
mío. Pero bueno, tomé un camino distinto y me siento mucho mejor. Gusto verlo,
profesor, nos vemos después”.
Mientras Manuel se aleja, orientador se queda
pensando. En realidad, es frustrante sentir que un proceso al que se le dedica
tanto pueda ser percibido como inefectivo. Quizás Manuel exagere, o sea un caso
aislado de desacierto entre muchos ejemplos de precisión; o de pronto, quizás
el proceso planteado en realidad no sea el más adecuado. Habrá que analizar.
Evaluando la situación
Para quitarse la duda, el orientador llega el lunes
a la oficina y observa algunos resultados de su proceso. Analiza el curso que
tomó la vida de los estudiantes a los cuales realizó su acompañamiento de
elección de carrera, y encuentra que solamente un 30% está estudiando en carreras
universitarias medianamente relacionadas con aquellas que les indicó en el
informe entregado. Un 40% están estudiando otras cosas, y un 30% se encuentra
desvinculado de la educación superior.
Al principio siente que la percepción de Manuel
puede ser cierta. Por alguna circunstancia, tal vez las evaluaciones de
aptitudes, intereses, capacidades, tipo de inteligencia predominante y
preferencias de vida, no funcionaron como predictores de la vida de los
estudiantes. Sin embargo, después de reflexionar y observar detalladamente la
condición actual de sus ex alumnos, percibe un detalle interesante: la gran
mayoría de ellos, incluyendo por supuesto a Manuel, tiene vidas que pueden
catalogarse como muy buenas dentro de los criterios generales. Son ejemplo de
principios y valores que les han llevado a ser buenas personas, a tomar buenas
decisiones, a ser estables emocional y socialmente, y tienen herramientas
cognitivas, psicológicas y comportamentales para realizar actividades que
facilitan su desarrollo integral y contribuyen a la construcción de una cultura
de paz. Es posible afirmar que se cumplen los objetivos de la educación en
Colombia (M.E.N., Decreto 1075 Único Reglamentario del Sector Educación, 2015), y en ese sentido,
se da cuenta que como orientador contribuyó muchísimo a la formación de estos
jóvenes, aunque quizás no haya acertado mucho como profeta de carreras
universitarias y predictor profesiones futuras.
Desvelando mitos
Recordemos en este momento las palabras de Manuel,
y quizás percibamos un imaginario revelador “La verdad, todas esas charlas y
pruebas que hicimos con usted, no sirvieron para nada. Lo que usted me dijo que
estudiara no era lo mío”. El estudiante reconoce que su condición actual es
buena, pero considera que la contribución del orientador no fue en su formación
para lograr una calidad de vida sino una predicción que resultó fallida. Las
palabras del estudiante muestran una expectativa: la esperanza de que el
docente orientador sea quien “descubra e ilumine el camino” que llevará a
alcanzar la plena felicidad. Sin embargo, en muchas ocasiones, los resultados
de cualquier acción humana no son los esperados, no por malas acciones o
procedimientos inadecuados, sino por expectativas desajustadas (Kahneman, 2012). Los orientadores
son ante todo profesionales que contribuyen a la formación para el desarrollo
humano, desde un punto de vista académico y profesional, pero también personal,
ético, moral, social y estético (Brunal, Vásquez, Mora, Borja, & Osorio, 2018). No son profetas,
clarividentes o delimitadores del destino de los alumnos.
Una expectativa incorrecta puede llevar a
consideraciones erróneas acerca de la Orientación y el sentido de su rol (Borja, 2019).
Por otra parte, puede generar dificultades en las elecciones que realizan los
estudiantes, pues una información inexacta conlleva una toma de decisiones
impertinente (Kahneman, 2012). Dado que el lenguaje es medio y herramienta para
la acción, es posible generar creencias que producen cambios en las formas de
ver el mundo, que establezcan condiciones con las cuales nos relacionamos con
los demás y la realidad (Pérez, 2010).
Una revisión de las expectativas, creencias o presupuestos de la Orientación vocacional, sus objetivos y marcos de acción,
puede revelarnos que existen fundamentos imprecisos o inexactos que nos lleven
a conducir el desempeño de los estudiantes por donde no es o a realizar juicios
inadecuados de nuestra función y sus resultados.
Para corregir las consecuencias de los
comportamientos guiados por mitos es necesario evaluar las afirmaciones y
contrastarlas con elementos que nos lleven a conclusiones un poco más exactas o
ajustadas a la realidad. En este sentido, observemos si en el caso del
orientador y de Manuel se presentan algunos mitos sobre la vocación, las
carreras y las profesiones, que por ser afirmaciones imprecisas, pueden estar
afectando considerablemente el ejercicio de la Orientación vocacional y las decisiones que se toman en
consecuencia. Analicemos también algunos comentarios que contribuyan a lograr
proposiciones y consideraciones más precisas y guíen mejores decisiones y
consideraciones sobre el sentido de la Orientación vocacional y la efectividad de sus
actividades.
MITO 1
Existe un
destino invariante, inevitable y predeterminado para cada ser humano. En el lenguaje popular se dice que lo que ha de ser será y que cada
quien tiene su futuro ya pre establecido. En consecuencia, la labor del
orientador vocacional consistiría en descubrir ese destino y guiar a los
estudiantes por él para que no se desvíen de lo ya determinado. Manfred Max –
Neef menciona este aspecto como la obsesión del punto fijo, según la cual,
algunas personas se obsesionan con un solo camino, una sola manera de
desarrollarse y una sola alternativa de acción para poder tener una vida feliz (Max-Neef, Elizalde, & Hopenhayn, 2005).
En el aspecto sentimental, algunos piensan incluso
que existe una “media naranja”, una pareja ideal para cada persona. Si así
fuera, alguien que enviudó producto de algún desafortunado accidente estaría
condenado por la eternidad a la soledad absoluta. O si alguien por error
eligiera la persona incorrecta, generaría una cadena de malas elecciones que
ocasionaría un desastre mundial en serie, porque quienes se vinculen con
aquellas personas que quedan solteras inevitablemente estarían eligiendo a la
no adecuada.
Tal clase de determinismo ha sido cuestionado desde
siglos atrás con las consideraciones del liberalismo y la edad moderna, en
donde se define al ser humano como un ente con capacidad de decidir su propio
camino. Se habla en esta vía no de destinos de vida sino de rutas, trayectorias
o sentidos, lo que indica múltiples posibilidades (M.E.N., Rutas de Vida. Manual de Acompañamiento en Orientación Socio Ocupacional,
2013).
Así como muchas personas han podido establecer relaciones constructivas y sanas
con parejas que no fueron las elegidas inicialmente, muchas otras se desempeñan
muy bien en carreras o profesiones para las que originalmente no se habían
preparado. No existen las vidas predeterminadas. Es posible identificar
tendencias, preferencias o inclinaciones, pero los individuos tenemos múltiples
capacidades para desempeñarnos con éxito en muy diversas actividades. La labor
de Orientación no es identificar para
qué hemos sido predeterminados sino observar capacidades y tendencias para
guiar a las personas a elegir entre múltiples posibilidades aquellas que
aumenten la probabilidad de un desempeño exitoso.
MITO 2
Existe
una profesión específicamente destinada para cada uno donde será plenamente
feliz y se sentirá realizado. Si ello
fuera cierto, las profesiones serían universales e invariantes. Sin embargo,
las actividades laborales son de las cosas más diversas en el mundo. Las que
hoy tenemos no eran las mismas de hace 20 años, y en el futuro, algunos estiman
que son pocas las que se mantendrán. Hoy en día se habla de trabajos como
“influencer”, “youtuber”, “community Manager”, entre muchos otros, mientras que
labores como “cochero”, “herrero”, “cartero”, entre otros, cada vez se ven
menos. Se dice que un 85% de los trabajos que existirán en el 2040, cuando
nuestros estudiantes estén en el mercado laboral, aún ni siquiera se han
inventado (Hermoza, 2011). En ese sentido, lo más importante es
reconocer que todas las personas tenemos actividades que desarrollamos con
mayor facilidad y otras que otras se nos dificultan. Existe un amplio abanico
de opciones que corresponden a las capacidades y gustos, tanto en carreras como
en trabajos. La labor de Orientación prima el acompañamiento en una exploración
individual de capacidades, personalidad, intereses, entre otros, y las
múltiples posibilidades que el mundo va a generando constantemente. Lo más
sabio es buscar las opciones disponibles que más se relacionan con
características personales y no preocuparse por si no se puede lograr la
vinculación a un trabajo específico.
MITO 3
Estudiar
una carrera concreta garantiza un buen trabajo y una vida feliz. Relacionado con los dos mitos anteriores, aparece la creencia de que
una carrera universitaria particular es símbolo indudable de éxito económico,
personal y social. El orientador debería en consonancia promover que se
estudien aquellas que den mayor estatus y mejores condiciones a sus
estudiantes. Pero la realidad muestra otra cosa. Muchas personas estudian una
carrera pero terminan haciendo otra muy distinta en la cual les va muy bien.
Grandes periodistas no son comunicadores sociales sino economistas, politólogos
o filósofos, mientras que algunos ingenieros han resultado ser excelentes
maestros. Algunas personas son exitosas habiendo cambiado de carrera varias
veces, estudiando varias profesiones, o en ocasiones ninguna. La universidad es
una posibilidad de aprender conocimientos y desarrollar capacidades, pero es
ingenuo esperar que una carrera nos vaya a resolver la vida. No hay carreras
que “den más plata” que otras, ni profesiones que tengan mejor futuro o brinden
mayor estatus. El éxito académico depende de muchos otros factores, entre
ellos, el desempeño individual, la responsabilidad, el carisma, las habilidades
comunicativas y sociales (M.E.N., Observatorio Laboral Para la Educación, 2020). Es más sabio, en
lugar de buscar predicciones sobre carreras específicas para estudiar,
dedicarse a desarrollar capacidades que pueden garantizar un buen desempeño en
múltiples carreras o trayectorias de vida.
MITO 4
Un título
profesional garantiza un buen trabajo y una vida plena. Antiguamente se creía que un cartón arreglaba la vida de cualquier
persona. La titulación era el final del camino, y quien la lograba, estaba
destinado al éxito. En este sentido, la Orientación era exclusivamente un proceso de ubicación de
los estudiantes en carreras universitarias. Sin embargo, es necesario mencionar
que hay personas que les ha ido muy bien en la vida y no culminaron su
primaria, mientras otros tienen doctorados y no han logrado éxito. En realidad,
la vinculación de los estudiantes de colegios públicos a la educación superior
una vez culminan sus estudios de secundaria no supera el 40% en Colombia (M.E.N., Observatorio Laboral Para la Educación,
2020).
¿Ello implica entonces que están destinados al fracaso? Por supuesto que no. Si
bien en los países en vía de desarrollo la calidad de vida está correlacionada
de manera importante con el nivel de estudios de las personas, también es
cierto que la obtención de un grado profesional no garantiza un buen empleo o éxito.
De hecho, en muchas empresas, la selección de personal no se hace con base en
estudios realizados sino en competencias desarrolladas. Algunas industrias
incluso generan sus propios procesos de capacitación porque no encuentran
profesionales específicamente formados para lo que requieren. La tendencia es
que en el futuro será más importante lo que se sabe hacer que los títulos
obtenidos. En ese sentido, la Orientación escolar debe efectivamente motivar a continuar
con la formación en educación superior, pero principalmente promover el
desarrollo de aptitudes, principios y valores que faciliten a los estudiantes
en el futuro adaptarse a un mundo cambiante y cada vez más exigente.
MITO 5
Los seres
humanos existimos para el trabajo, por lo que entre más se trabaje, más se
logrará la felicidad. Algunos modelos pedagógicos basados en
competencias, que dominaron el discurso educativo a finales del siglo pasado,
llevaron a que algunos colegios se volvieran exclusivamente centros de
preparación para el mundo laboral. Ello acentuó la creencia popularizada en
varios contextos de que lo más importante en la vida es una profesión. La Orientación
escolar en esta línea se acotó a formar
para procesos de selección de carrera y formación para el trabajo. Pero la verdad
es que en la vida hay muchas más cosas además de nuestro mundo laboral. Muchos
estudios que se han realizado con personas convalecientes han mostrado que
aquello que más genera remordimientos en las personas próximas a despedirse de
la vida no tiene nada que ver con su trabajo. Ninguno se arrepentía en su lecho
de muerte por no haber trabajado más horas, haber obtenido más dinero, o haber
ganado premios por su labor. La inmensa mayoría lamentaba no haber aprovechado
más el tiempo con sus seres queridos, no haberse reconciliado con personas
significativas a quienes hicieron daño, y no haber dedicado más tiempo a jugar,
divertirse o hacer lo que les gustaba. La Orientación escolar debe contribuir al desarrollo
integral, una formación que abarque desde lo espiritual, estético y ético hasta
lo académico e intelectual (Brunal, 2019). Es importante promover el desarrollo
de competencias lingüísticas, matemáticas y científicas, pero también sociales
y emocionales (Ribes,
2008).
No se puede descuidar en una vida feliz a la familia, los amigos, la diversión,
entre muchos otros. El desarrollo de capacidades debe ser integral y debemos
tener en cuenta también la formación en lo espiritual, social, emocional y
aquello que nos gusta y nos hace sentir vivos.
Conclusión
Revisando estos pensamientos, donde observamos
algunos mitos entre los muchos que permean la educación y la Orientación escolar, podemos proponer nuevas formas de ver
las cosas. Es necesario caer en la cuenta de que las creencias y supuestos en
las que se basa una acción determinan la manera en la que se ve lo que se hace
y se dice. Creer que las personas tienen un destino, serán felices en solo una
profesión específica, estudiando una carrera determinada y formándose solo para
ser profesionales y trabajar, puede generar no solo una concepción errada del
sentido de la Orientación vocacional,
sino también guiar decisiones inadecuadas en los estudiantes.
Analizar las palabras de Manuel nuevamente a la luz
de las reflexiones realizadas nos cambia la perspectiva. La satisfacción de
haber contribuido a que actualmente esté muy bien y tenga una buena calidad de
vida, a pesar de no haber acertado una predicción profesional, nos lleva a
pensar que el orientador no es solo quien brinda información sino quien aporta
a la formación. Contribuir a la educación integral de un estudiante es mucho
más importante que pronosticar carreras, profesiones y futuros. Quizás la Orientación
escolar no acierte predicciones, pero
ello no constituirá en ningún momento un fracaso o futilidad. Por el contrario,
la Orientación escolar será mucho más
significativa y cobrará mayor relevancia en la educación contemporánea, si en
lugar de profetizar destinos, contribuye a la generación de ambientes que
faciliten el desarrollo humano integral y permitan la formación de seres que
aporten para la construcción de la cultura y la transformación de nuestra
sociedad.
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https://revistaorientaccion.blogspot.com/2018/04/orientacion-para-la-vida-activa-completo.html
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