Amilkar A. Brunal [1]
Almas gemelas que tarde que temprano habrían de
encontrarse simplemente por vivir en la misma línea del horizonte. Sin importar
el tiempo sin que importe la distancie, comparten un imaginario colectivo
arraigado desde las fibras más profundas de la conciencia universal. Una conciencia que nos confiere la
necesidad vital de ser humanos, verdaderamente sensibles a las condiciones que
la vida nos presenta.
Tomados de la mano entorno a causas nobles sembradas
en el corazón desde tiempos ancestrales, arquetípicamente conferidas a unos pocos seres específicamente
diseñados en la atemporalidad para ver
lo que para la multitud es invisible. Aquello que dijera Saint-Exupéry, “es
invisible a los ojos”.
Es por ello que tus necesidades son las mías y tus
logros son tan míos como tuyos .Es por ello que sin tocar tu mano percibo el
calor en tus letras, calor que viene directo de tu pecho, calor tan puro como
al agua de la sierra que refresca el
alma, al igual que cuando calmas tu sed
con el agua de las tinajas de barro de las abuelas de mi pueblo.
Cierto, es muy cierto que: “Somos mejores con los pies despegados de la
tierra“ y cada vez mejores en
tanto nos despegamos más de ella, porque tenemos así una perspectiva mucho más
amplia que la mayoría de los terraplaneros[2],
sin creernos superiores tenemos una perspectiva privilegiada del cosmos y la
vida, porque así lo ha querido quien tiene el poder de determinarlo con toda la
responsabilidad que ello conlleva.
Puedo sentí tu palpitar
desde miles de kilómetros, al igual que sientes mi respirar apretado en los
días fríos.
Por lo demás, por aquí ,también estamos todos bien , un abrazo
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