Fabiola Macías Espinoza[1]
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Resumen
Reflexionamos
en torno al papel de la Orientación profesional en la transición de la formación
al empleo en los jóvenes. Definimos
la Orientación profesional como un proceso psicopedagógico de
acompañamiento dirigido a una persona o grupo de personas con la intención de
que la persona logre su desarrollo profesional y su transición a la vida
laboral, potenciando su desarrollo humano para la mejora de su calidad de vida,
de su situación en el mercado laboral y del bienestar de la sociedad. Es
importante generar políticas para promover la formación de orientadores
profesionales, generar programas de Orientación profesional para atender a los jóvenes y
apoyarlos en su proceso de transición a
la vida laboral.
Palabras clave
Orientación
profesional, formación, empleo, transición,
jóvenes
Abstract
We reflect about the
role of career guidance in the transition from education to employment for
young people. We define professional guidance as an accompanying
psycho-pedagogical process directed at a person or group of people with the
intention that the person achieve their professional development and their
transition to work life, enhancing their human development to improve their
quality of life, their situation in the labor market and the welfare of
society. It is important to generate policies to promote the training of
professional counselors, generate professional orientation programs to serve
young people and support them in their transition to working life.
Keywords
Vocational guidance, training, employment, transition,
youth people
Las
condiciones de vida los jóvenes requiere de mayor atención, en la comprensión
de su situación y proyección a futuro, desde el 2012 el Banco Interamericano
del Desarrollo (BID) planteaba como un problema relevante la inserción laboral
de los jóvenes, en ese entonces se estimaba que había más de 10 millones de
jóvenes en América Latina en situación de desempleo o de precarización laboral.
Así como también la existencia de jóvenes en la inactividad laboral, es decir
jóvenes que no estudian ni trabajan.
Esta
situación ha impactado no solo en el tema de la formación o el
empleo,
sino en otras áreas que se ven afectadas en la vida de los jóvenes, como la
salud, el bienestar y de manera general su calidad de vida. Al ser un grupo con
alto porcentaje poblacional, las problemáticas y situaciones que presentan
tiene un impacto significativo, que llega a permear en los procesos económicos y sociales de un país. Por lo que
comprender las problemáticas y situaciones de los jóvenes se ha convertido en
temas de estudio para diversas disciplinas.
En este
artículo nos centrare-
mos en el proceso de la transición en la formación
al empleo de los jóvenes; La Organización de las Naciones Unidas define a los
“jóvenes” como aquellas personas con edades comprendidas entre los 15 y 24 años
de edad. El término “jóvenes” se refiere por lo general a las personas en edad
de estar finalizando su educación obligatoria e iniciando su experiencia
laboral. (ONU, 2016 en OIT, 2018).
Esta
población de jóvenes se divide en dos ya que el artículo 1 de la Convención de
las Naciones Unidas sobre los derechos del niño los define como personas hasta
la edad de 18 años. Esto en relación a que muchos países dibujaron la línea de
la de juventud, como la edad en la que
una persona recibe el mismo tratamiento bajo la ley, en ese sentido y tras esta
división tenemos por lo tanto una situación dos maneras de comprender a la
juventud, por un lado los jóvenes que aún se encuentran en el rango de mejores
de edad que entran en el rango de los 15 a los 17 años y los jóvenes que ya
entran en la categoría de adultos de 18 a 24 años de edad.
Si lo
vemos desde la parte escolar, el primer rango de jóvenes se ubican en la
educación preparatoria, secundaria o media
(dependiendo del sistema educativo de cada país), y el segundo nivel se
encuentran los jóvenes que están en educación superior, licenciatura o
pregrado.
El
proceso de transición de la formación al empleo, es aquella experiencia en
donde el joven en cualquiera de ambos niveles, concluye o deja una etapa
formativa y se dirige hacia la experiencia laboral. Este proceso puede darse,
de múltiples maneras y por diversas situaciones, resaltando que estos procesos
de transición usualmente de realizan sin ningún proceso de Orientación o asesoría profesional.
Aunado a
la condición de jóvenes, los contextos escolares y ocupacionales se encuentran
en constante transición, impactando en las experiencias de transición de los
jóvenes, González, et al. (2012) señala que existe en el empleo juvenil un
tendiente impacto hacia ofrecer a los jóvenes empleos precarios, con malas
condiciones, esta inadecuada inserción laboral, no solo tiene impactos sobre su
calidad de vida, sino que también tiene importantes consecuencias en el mediano
y largo plazo. El desempleo juvenil tiene efectos negativos y persistentes en
la trayectoria laboral de los individuos y en sus salarios futuros.
Estos
problemas contextuales del trabajo y la poca o nula Orientación profesional hacia los jóvenes con estrategias
adecuadas para la elección y construcción de proyectos de vida laboral, generan
impactos negativos en su trayectoria, así como el impacto en su bienestar
subjetivo y calidad de vida, así como en el
peor de los casos, que los jóvenes tengan experiencias tempranas de
desempleo o inactividad que puede traer consigo la adopción de conductas de
riesgo, como el consumo de drogas, alcohol y la criminalidad (González, et. al.
2012).
En este
sentido, los gobiernos han implementado políticas paliativas que intentan
mejorar de manera más inmediata la situación laboral de los jóvenes, en
particular de aquellos considerados vulnerables por estar en situación de
desventaja económica y social. La mayoría de los programas están orientados a
incorporar herramientas que buscan obtener una capacitación que esté orientada
hacia la demanda, es decir que responda a las necesidades del sector
productivo.
De esta
manera poco se ha reflexionado sobre el impacto de estas políticas y estas
acciones. Los sistemas educativos presentan grandes deficiencias y una alta
proporción de jóvenes no cuenta con las habilidades básicas que demanda el
mercado laboral. Los jóvenes enfrentan
altos costos en el proceso de búsqueda de empleo que se apoyan en estrategias
informales como los contactos personales, tomando como base la experiencia de
otros, con un conocimiento experiencial y cotidiano, que en algunas ocasiones
puede resultar efectivo pero no comprobable metodológicamente.
Las
debilidades en materia de formación y el limitado acceso a información valiosa
sobre el mercado laboral reducen las oportunidades de muchos jóvenes
latinoamericanos de conseguir o conservar empleos de buena calidad. Cuando los
jóvenes logran acceder a un empleo, este suele ser de baja calidad, usualmente
con un contrato temporal, generando incertidumbre sobre la propia estabilidad
laboral, incluso el empleo puede posicionarse en el mercado laboral informal,
donde el joven no cuenta con
prestaciones laborales como la seguridad social, o el apoyo para
vivienda.
Culturalmente
se ha generado el imaginario de que los jóvenes deben tener sus primeras experiencias laborales en
empleos precarios, con salarios bajos, incluso temporales, poniéndolos a prueba
por periodos de tiempo determinado. Con ello se escuchan frases como: “apenas
estas egresando, te falta experiencia”, “para poder subir a un mejor trabajo,
tiene que batallarse”, “todavía no te puedo pagar lo que quieres, hay que tener
experiencia”, estas y otras frases, que los jóvenes han expresado en los
talleres de Orientación profesional,
generan una serie de emociones y actitudes alrededor de estos argumentos, sin
embargo estos aspectos se observan como un proceso naturalizado de la inserción
laboral, incluso la familia y la sociedad considera que es parte del proceso de
preparación a la vida laboral.
El
panorama más complicado es cuando los jóvenes experimentan largos periodos de
precariedad laboral o incluso desempleo ya que existe evidencia de que las
condiciones de inicio de la trayectoria laboral tienen efectos persistentes en
el tiempo, estos efectos que en la literatura se conocen como “scarring
effect”.
Para
atender estos problemas se han implementado una amplia variedad de políticas y
programas las cuales son posteriores al proceso de educación formal, mediante
las cuales se busca a corto plazo, mejorar las condiciones laborales y
facilitar la transición de la escuela al trabajo. Sin embargo, estas medidas
usualmente se aplican de manera fragmentada y no como parte de una política
coherente entre el empleo juvenil ni tampoco logran articular la transición de
la escuela al trabajo, ¿a quién le compete hacerse cargo de la Orientación para la transición a la vida laboral? ¿Le
compete a las escuelas? ¿Le compete a las empresas? ¿Le compete a la sociedad?
¿O es responsabilidad del sujeto, del joven que egresa?, detrás de estas
interrogantes, se presenta lo que se ha denominado el “efecto rebote”, donde la
educación y el empleo, objetivados en la escuela y la empresa, se “culpan” una
la otra sobre la falta de formación y capacitación de los jóvenes, por un lado
las instituciones educativas cuestionan las formas y los modos de las empresas,
y por otro lado las empresas cuestionan la débil formación recibida por los
egresados.
El joven
se encuentra en un punto medio, donde experimenta una serie de actitudes en
torno a su proceso formativo y las condiciones laborales a las que se
enfrenta. Esta transición de la
formación al empleo, implica una confrontación del joven con la realidad, donde
por un lado se enfrenta a un mercado laboral y cuestiona y reflexiona la
formación recibida. Alrededor de este proceso de transición vital, el joven
experimenta una serie de emociones y de conductas que poco o nada se han estudiado
¿Qué experiencias y vivencias experimenta el joven en ese proceso de
transición? ¿Ese momento tan específico tiene un impacto a futuro?, es decir
¿esa experiencia vivida, y el modo en que fue vivido impacta en la trayectoria
laboral del joven y en su futuro?
La
respuesta que se tiene solo se ha identificado en términos económicos a través
del llamado scarring effect, el cual señala que una experiencia temprana pero
significativa de desempleo o de condición precaria en la inserción laboral,
tiene consigo una cicatrización que marca la trayectoria del sujeto y su
futuro.
Este
fenómeno, estudiando en términos económicos, también tiene impactos a nivel
psicológico y de salud del sujeto, sobre todo afectado la calidad de vida y el
bienestar subjetivo del joven.
¿Cómo
podemos prevenir este fenómeno? Tras
estudios que he venido
realizando, mi propuesta consiste en
incorporar la Orientación profesional como una estrategia preventiva,
que permita que los jóvenes resignifiquen este proceso de transición a la vida
laboral.
La Orientación profesional como
una herramienta preventiva para mejorar los procesos de transición de la
formación al empleo
Con base
en las problemáticas anteriormente planteadas es importante entonces generar
estrategias que permitan a los jóvenes comprender y construir un proyecto que
permita generar a los jóvenes mejores estrategias y competencias para vivir
este proceso de transición a la vida laboral: la Orientación profesional.
Es
muy importante diferenciar la Orientación profesional de Orientación vocacional. La Orientación vocacional se ha centrado más en la toma de
decisiones para la elección de una carrera profesional, mientras que la Orientación
profesional, se orienta hacia los
procesos de toma de decisiones para la inserción laboral.
Cabe
resaltar que aún hay autores que combinan o vinculan ambas orientaciones, esto
va a depender de la perspectiva teórica desde donde se aborde la Orientación .
En
el caso particular, desde esta perspectiva, se toma como precedente la
definición de Orientación profesional
de la OCDE (2004) como un
conjunto de actividades dirigidas a ayudar a las personas de todas las edades,
en todos los momentos de su vida, a tomar una decisión sobre educación,
formación y profesión y a gestionar su trayectoria profesional. Donde se busca
ayudar a los individuos a reflexionar sobre sus ambiciones, sus intereses, su
cualificación y sus capacidades. Pretendiendo generar con ello la comprensión
del mercado laboral y los sistemas educativos, y del cómo los individuos deben
de relacionar estos conocimientos con lo que saben sobre ellos mismos.
Esta visión de la OCDE, es construida desde una
perspectiva de política pública, por otro lado Donoso y Figueroa (2007),
definieron la Orientación profesional
como una herramienta clave que permite generar habilidades y herramientas para
apoyar el proceso de inserción laboral
de los estudiantes.
También señalan que la Orientación profesional se debe encargar de comprender,
analizar e intervenir en los estudiantes, mismos que se enfrentan a situaciones
personales y profesionales, aspectos que golpean directamente a su formación
académica, es decir a su desarrollo dentro de la carrera profesional, así como
el proceso de transición al trabajo, como mecanismos para la motivación.
Esta visión tiene un enfoque orientado al sujeto,
enfocándose en las trayectorias vitales y profesionales del sujeto, en este
sentido, se toma en cuenta las múltiples
realidades y contextos donde los estudiantes viven y se relacionan de forma
global e interrelacional. Proponiendo
con ello la función de la Orientación , misma que debe partir del estudiar,
analizar, conocer a la persona en su conjunto para de esta manera poder
ayudarla ya sea optimizando, resaltando, acompañando o modificando sus
habilidades y capacidades (Donoso y Sánchez, 2013: 5).
Echeverría (2008) menciona que para hablar de Orientación
profesional es necesario contemplar dos
vertientes: el proyecto de vida, el cual parte de las necesidades de cada
individuo, respecto a su nivel de madurez y formación; la segunda vertiente
hace hincapié en el proceso mismo de Orientación , el cual componen aspectos
personales y sociales, sumado a esto se encuentra la toma de decisiones, como
punto de partida en la acción orientadora. La Orientación profesional deberá contemplarse desde las
competencias requeridas en la configuración de las presiones: técnicas (saber),
metodológicas (saber hacer), participativas (saber estar) y personales (saber ser).
Desde esta perspectiva, definimos la Orientación
profesional como un proceso
psicopedagógico de acompañamiento dirigido a una persona o grupo de personas
con la intención de que la persona logre su desarrollo profesional y su
transición a la vida laboral, potenciando su desarrollo humano para la mejora
de su calidad de vida, de su situación en el mercado laboral
y del bienestar de la sociedad.
Tomando en cuenta los diferentes autores
revisados, identificamos que los propósitos de la Orientación profesional son:
1)
Es un proceso planificado y de carácter
preventivo donde el orientador asesora a la persona para que pueda lograr una
auto-Orientación responsable y
eficiente.
2)
Se centra en el proceso de transición
del joven al adulto, con un enfoque
psicopedagógico se orientado en la andragogía.
3)
Busca conciliar la vida laboral con la
vida personal y social de la persona, buscando su satisfacción y bienestar.
4)
Se debe utilizar el término de Orientación
profesional cuando el orientado recibe
además de asesoramiento para la mejora de su carrera profesional, la
planificación de la misma.
5)
Desarrollo profesional, personal hasta
su propia autorrealización.
6)
Se orienta a la construcción de un plan
de vida, desde un abordaje interdisciplinario.
7)
La Orientación profesional no concluye cuando la persona
encuentra el empleo, sino que continúa a lo largo de su proyecto profesional y
vital.
Para concluir, es importante generar políticas para
promover la formación de orientadores profesionales, generar programas de Orientación
profesional para atender a los jóvenes
y apoyarlos en su proceso de transición
a la vida laboral.
Ante un
contexto fluctuante, complejo y cambiante, es importante que los jóvenes tengan
competencias que permitan desarrollar habilidades para poder coexistir en este
mundo tan diverso y complejo.
La Orientación profesional es un proceso que puede
fortalecer de manera significativa estas habilidades y lograr que el joven
pueda sentirse satisfecho, así como tener claridad sobre sus aspiraciones y
propósitos, encontrar el sentido de la vida, mejorar su calidad de vida y tener
un compromiso, consigo mismo, con el medio ambiente y con la sociedad.
Referencias
Donoso,
T. & Figuera, M. P. (2007). Niveles de diagnóstico en los procesos de
inserción y Orientación profesional. Revista Electrónica de Investigación Psicoeducativa,
11 (5). Barcelona, España.
Donoso,
T. & Sánchez, M. A. (2013). Orientación
educativa y profesional. Estudio de
casos. Barcelona, España. Instituto
Superior de Estudios psicológicos (ISEP) Edita.
Echeverría,
S. B. (2008). Orientación profesional. Barcelona, España.
UOC Editorial. Recuperado de: https://ebookcentral.proquest.com
González Gómez, J. P. (2003). Orientación profesional. San Vicente, España. Club
Universitario, Editorial. Recuperado de https://www.editorial-club-universitario.es/pdf/406.pdf
González,
C. Ripani, L. Rosas, D. (2012). ¿Cómo mejorar las oportunidades de inserción
laboral de los jóvenes en América Latina? Banco Interamericano de
Desarrollo.
OIT
(2018). Word employment social Outlook.
Trends 2018. Recuperado: http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/---publ/documents/publication/wcms_615594.pdf
Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). (2004). Orientación profesional y políticas públicas ¿Cómo
acortar distancias? (Traducción del Ministerio de Educación y Ciencia por
acuerdo con la OCDE). París, Francia.
Secretaría General Técnica & Subdirección General de Información y
Publicaciones, Editora.
[1]Psicóloga
(2009) Maestra en Gestión y Políticas de la Educación Superior, Doctorante en
ciencias de la Salud Ocupacional. Profesora de Tiempo Completo en la
Universidad de Guadalajara, México, Miembro de la Asociación Mexicana de
Profesionales de la Orientación (A.M.P.O), Miembro de la AIOSP y de
RELAPRO Correo institucional: fabiola.macias@academicos.udg.mx,
orientacionprofesionalmx@gmail.com;
tel. 3332582337
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