Conflicto, postconflicto
y “desconflictivización” de la escuela colombiana
José
Israel González Blanco y
María
Paula González Ávila.
Prólogo
Nancy Martínez Alvarez
Directora
Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico- IDEP
Bogotá
DC, mayo de 2015
En pocas oportunidades es posible
encontrar un libro como el que nos ofrece el profesor José Israel González
Blanco y la estudiante María Paula González Ávila. La temática relacionada con
la violencia, el conflicto y el posconflicto, tratados bajo esta pluma aguda,
circula entre relatos, reflexiones y propuestas viables enmarcadas en el ámbito
de lo pedagógico, lo didáctico, lo político y por su puesto lo social y lo
crítico. El libro se convierte en una alternativa esperanzadora de lo posible,
para que tanto docentes de aula, orientadores y directivos, como organizaciones
sociales, reflexionen y dirijan su quehacer en torno a esta particular,
compleja e inevitable realidad, que se vive en la escuela colombiana hoy.
La estructura propuesta en el libro,
adquiere un sentido de intencional y oportuno, al optar por un modo discursivo
que es propio del autor, quien desde hace más de tres décadas optó por
configurarse como maestro-reflexivo al entrelazar la práctica cotidiana de la
escuela con la reflexión documentada desde investigaciones, historias de vida,
relatos situados asociados con la escuela, los estudiantes, los maestros, sus
familias, entornos, problemáticas, expectativas. El gran esfuerzo
escritural, así previsto desde el
comienzo de la obra, deja entrever un tiempo considerable de producción y
maduración de los relatos - lección. Cada uno de los textos se convierte en
síntesis entre la realidad, la mayoría de las veces cruda y dolorosa, y la
acción mediadora de docentes, orientadores, estudiantes, familias.
Los relatos son de una parte
reflexiones que sintetizan la realidad de una país en conflicto, un país
diezmado por la violencia, un país en el que la desigualdad, la inequidad y la
segregación que exacerba la vida de los más vulnerables, los más pobres y claro
esta los más necesitados y de otra herramientas al alcance de los maestros y
maestras que día a día se las tienen que ver con estas realidades puestas en la
piel de sus estudiantes. Son, como su autor lo indica, una herramienta para abordar
y enfrentar situaciones como muchas de
las descritas por el autor, evocando las palabras de Gabo y de Rulfo y que por ser complejas y demandantes
requieren de una gran capacidad de comprensión de estas realidades y una alta capacidad de imaginación
La estructura del texto permite que
cada uno de las 21 lecciones, pueda leerse en clave de Rayuela (Cortázar,
1963), con diversas secuencias de orden y relación, y sin embargo, la manera
como son dispuestos por el autor, en un cronología intencionada y tal vez muy
oportuna para activar la acción, propone un camino que va desde relatos que a
manera de metáfora introducen palabras que de por si son provocadoras:
Lección 1 “Claver. Un ejemplo de regulación
emocional”, lección 2 “El rompedor”,
lección 3 “La convivialidad”. Más adelante y seguramente con
la claridad que alcanza quien ha habitado la escuela por tantos lustros, el
autor se arriesga a proponer una serie de lecciones en clave de escuela,
conflicto y convivencia, pedagogía, maestro y maestra reflexivo: Lección 4 “Pedagogía y violencia”, lección 7 “De los arquitectos de la pedagogía”, lección
10 “Rosalinda: La hija de “La leona” y los episodios mentales”, lección 12 “Antares: la alumna de 7B que no tuvo infancia”,
lección 14 “Jovita y
Mariela: otra mejilla del conflicto escolar”, lección 16 “La orientación
escolar: entre el
conflicto y el postconflicto”, lección 17 “El
estudio de caso: una opción metodológica”, lección 18 “La sistematización: otra herramienta de investigación”.
Otro buen número de relatos, circula
senderos
complejos y complementarios que pretenden en últimas, desplegar un gran esfuerzo para comprender la
“Violencia, conflicto
escolar y postconflicto en la escuela colombiana”. Estas lecciones interpelan,
al Estado, sus políticas, la vida de los y las maestras, la opción de una
orientación escolar, la historia de Colombia y los actores armados, la
pretendida y casi siempre inocua acción de las normas y especialmente la de
convivencia, las condiciones del ejercicio de la docencia en Colombia, las
emociones, las afectaciones (suicidio) en la vida y en la escuela.
Es indudable que la obra convoca a
sus lectores para provocar posibles nuevas trayectorias de reescribir cada
historia particular, desde el aula, la escuela, la ciudad, la vida propia de
maestro o maestra, de estudiante, de mamá (porque son ellas, las madres, las
que ocupan una buena parte del texto).
La lectura de los 21 relatos, del
libro: Conflicto, postconflicto y “desconflictivización”
de la escuela colombiana, puede provocar ideas sobre posibles ordenamientos
o secuencias, pero en la expectativa de reconocer que quien lo lea, encuentre
motivaciones e ideas para trabajar tanto en la escuela en su papel de docente,
orientador, rector reflexivo y comprometido. Es posible que la propuesta
metodológica del relato, que emerge como opción pedagógica, encuentre nuevos
hacedores de historias y podamos contar con un sinnúmero de lección para
compartir.
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