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Lic. Oscar Rodríguez(Ar)[1]
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Resumen
El contexto de Aislamiento Social Preventivo Obligatorio
(ASPO) por Pandemia del Covid-19 impulsó una modalidad de Educación de
emergencia en Argentina basada en la generación de las más diversas burbujas
virtuales, reactivando y generando flujos de conexión remota entre diferentes
personas como nunca antes en el sistema educativo argentino. Los procesos
educativos siguieron esta senda, atravesando el calendario con todo tipo de interferencias y se ha visto en crisis la idea de Trayectoria Educativa; se han
tenido que repensar, reconfigurar, re-establecer, sostener y generar nuevos
tipos de lazo social. El itinerario vital, que contiene al proyecto de vida, la
autopercepción de la trayectoria académica y de aprendizaje, así como la
construcción propia de las expectativas de época en relación al desarrollo
evolutivo, se pueden ver sacudidos en la expresión de muchos jóvenes que no
saben si “este año cuenta” o no, o de qué modo cuenta (como pausa?, como
retroceso?) en sus recorridos vitales. Esta experiencia en relación al tiempo y
a la posibilidad de proyectar en medio de la confusión interpela el rol de la
Orientación como espacio de consulta que resulta clave en la construcción del
proyecto de vida como un eje de salud.
Palabras clave: Aislamiento Social; Educación de Emergencia; Tiempo subjetivo;
Incertidumbre; Orientación.
Abstract
The
context of Obligatory Preventive Social Isolation (ASPO) due to the Covid-19
Pandemic promoted an emergency education modality in Argentina based on the
generation of the most diverse virtual bubbles, reactivating and generating
remote connection flows between different people like never before in the
Argentine educational system. The educational processes followed this path,
going through the calendar with all kinds of interferences and the idea of
the Educational Path has been in crisis; they have had to rethink,
reconfigure, re-establish, sustain and generate new types of social ties. The
life itinerary, which contains the life project, the self-perception of the
academic and learning trajectory, as well as the own construction of the
expectations of the time in relation to evolutionary development, can be seen
shaken in the expression of many young people who do not know if "this
year counts" or not, or in what way does it count (as a pause ?, as a
setback?) in their vital journeys. This experience in relation to time and the
possibility of projecting in the midst of confusion questions the role of Guidance
as a consultation space that is key in the construction of the life project as
a health axis.
Keywords:
Social Isolation; Emergency Education; Subjective time; Uncertainty; Guidance.
El contexto de ASPO por Pandemia de Covid-19 impulsó
políticas coordinadas con esta medida en los principales espacios de la vida
social, entre ellos el de la Educación que ha tenido que adoptar, no sin un
fuerte sesgo de incertidumbre inicial, una muy diversa modalidad de Educación
de emergencia adecuando sus medios, lenguajes, herramientas, formatos de clase,
y por sobre todo, lo más sensible al acto pedagógico: el encuentro entre
enseñantes y aprendientes.
Este tipo de educación y de aprendizaje, ha generado
sobre todo en sus destinatarios las más diversas experiencias teniendo en
cuenta los múltiples atravesamientos con los que ésta se construye, tanto si
consideramos lo material (dispositivos tecnológicos, tipo y calidad de accesos
a internet) como desde lo subjetivo (capacidades adquiridas en cuanto a lo
digital, modalidad de aprendizaje escolar-académico, expectativas y hábitos
relativos a la educación, etc.). De entre estas experiencias, se fueron
expresando con cada vez mayor frecuencia voces que hablaban de “tiempo perdido”
o “año perdido” en relación al aprendizaje, dictaminando implícitamente la
preponderancia de una eficacia al parecer exclusiva que se atribuye a la
educación presencial, por sobre las diferentes modalidades que se construyen
desde lo virtual.
Ante dicha suspensión se han abierto las más diversas burbujas
virtuales, más o menos interconectadas, y se han reactivado y generado flujos
de conexión remota entre diferentes personas como nunca antes en el sistema
educativo argentino. Estas nuevas escuelas y aulas representadas por esta
metáfora hologramática que implica la red que se establece en una clase
sincrónica por video-llamada en la que el/la docente se encuentra posiblemente
en su casa, así como también los demás participantes de la misma, que
interactúan tanto desde la plataforma que los comunica en ese momento (Zoom,
Google Meet, Jitsi, Dúo, Cisco Webex, entre otros) como de las que complementan
este enclave de conexiones (Aula virtual, Red Social), han zarpado hacia un mar
del que tenían muy escasa cartografía.
Es decir, todo lo que se emprendió estuvo ligado a una
inevitable incertidumbre y exploración propias de medidas de emergencia ante
situaciones inéditas (tal es la denominación que se utilizó para esta
estrategia pedagógica de este tiempo aquí en Argentina, Educación de Emergencia[2]).
Y como toda acción de emergencia, intenta salvaguardar, sostener y restituir lo
más valioso, lo más prioritario, con las herramientas disponibles, ganando
tiempo en lo posible para que, mientras el peligro no ceda, se puedan ir
ajustando y obteniendo mejores herramientas para lograrlo.
Los procesos educativos siguieron esta senda, atravesando
el calendario con todo tipo de interferencias,
en todos los planos que pueda utilizarse esta palabra: desde los cortes de luz
que puedan afectar a un barrio o ciudad, pasando por la infinidad de vaivenes
que las conexiones a internet pueden generar considerando su medio, origen,
capacidad, dispositivo, etc., hasta la vinculación forzosa que han tenido que
hacer con esta modalidad tanto docentes como estudiantes, independientemente de
su experiencia previa en el dominio de herramientas Tic. Se ha visto en crisis
la idea de Trayectoria Educativa[3].
En este marco, se han tenido que repensar, reconfigurar, re-establecer,
sostener y generar nuevos tipos de lazo social ante un “aislamiento físico que genera otras formas de presencias, como las virtuales
a través de variadas plataformas tecnológicas (...) Nuevas formas de lazo
social que no reemplaza el cuerpo a cuerpo, pero que intenta estrategias de
acercamiento, de palabra, de mirada”. (Rascovàn, 2020) El tiempo del
calendario académico, sumado a los tiempos más líquidos que rigen los espacios
virtuales y al avance constante del virus devenido en Pandemia, ha generado una
crisis social y subjetiva en cuanto a la experiencia interna del tiempo, “...la alteración de lo cotidiano que
produce la pandemia y el consecuente aislamiento afecta la temporalidad”
sostiene este mismo autor en el artículo citado.
El itinerario vital, que contiene al proyecto de vida, la
autopercepción de la trayectoria académica y de aprendizaje, así como la
construcción propia de las expectativas de época en relación al desarrollo
evolutivo, se pueden ver sacudidos en la expresión de muchos jóvenes que no
saben si “este año cuenta” o no, o de qué modo cuenta (como pausa?, como
retroceso?) en sus recorridos vitales. Los ejemplos más visibles de esto lo
constituyen los jóvenes que transitan trayectos de terminalidad de nivel, tanto
Medio (Secundario) como Superior o Universitario: ¿estaré preparado(a) para iniciar la universidad con esta experiencia
de aprendizaje de emergencia? ¿qué experiencias profesionales estoy
desarrollando al finalizar mi carrera de grado, para cuál mundo laboral?
Es así como se expresa la impronta que la lógica
eficientista, de la calidad educativa de la prespecialidad como única vía de
aprendizaje, una preocupación casi excluyente por el contenido, la información,
por sobre las cuestiones de fondo que sostienen el aprendizaje: el lazo social,
el encuentro, el vínculo.
Estos cuestionamientos sin duda se entrecruzan con otro
debate que se ha instalado en diversas esferas de este tiempo en lo referido a
cuál será la “normalidad” a la que se volverá o que se construirá, en todo
caso, una vez que las sociedades puedan retomar algunas actividades ya más
plenas cuando no esté latente el peligro de contagio masivo.
En las consultas clínicas de Orientación Vocacional,
muchos jóvenes plantean incertidumbres similares a los tiempos pre-pandemia
como si estuviéramos viviendo una situación lo suficientemente pasajera como
para confiar en que la normalidad de
ese entonces se reinstalará tal cual, como si hubiera algún tipo de certidumbre
en ello (aunque más semeja una posición entre la expectativa y el deseo). Sin
embargo, cuando se va entramando el discurso y la dialéctica del proceso de
Orientación, empiezan a emerger las nuevas incertidumbres propias del registro
que produce lo que se está viviendo socialmente en lo subjetivo: ¿Estaré lo suficientemente preparado(a) para
ingresar a tal o cual carrera con esta forma de estudiar-aprender?. Es
decir, si siempre fue una de las preocupaciones centrales del aspirante al
Nivel Superior o Universitario su dominio de saberes mínimos o ajustados a lo
requerido por dicho nivel, en este contexto se expresa notable desconfianza o
confusión acerca del aprender. Una pequeña crisis dentro de una macro crisis
que está viviendo la educación cuestionándose nuevamente sus bases en una
situación que pone en jaque la tríada pedagógica (docente, alumno, contenido),
ya que se impone su reconfiguración dinámica constante en una realidad que ha
puesto el aula en otro lugar (o en varios lugares en simultáneo: los hogares,
las plataformas, los dispositivos, la escuela, internet).
Y así como la educación replantea sus coordenadas esenciales,
la Orientación no puede estar ajena a los efectos del presente escenario que,
una vez más, interpela su posición tal y como a lo largo de su historia (desde
inicios del siglo XX) siempre lo ha hecho. Es decir, la Orientación
Vocacional/Profesional ha tenido siempre enfoques y trayectorias ligadas a los
procesos sociales de cada época, no sin su lógica diversidad de líneas de
abordaje e investigación al interior de un campo tan complejo y múltiple, tanto
así que hacia el siglo XXI desarrolla prácticas que poco se acomodan ya al
sentido etimológico del término que la ha instalado socialmente[4]
y se construyen, al menos en crecientes comunidades de profesionales de nuestro
país, en el seno de una constante reflexión crítica sobre nuestro hacer.
El contexto de pandemia por Covid-19 es uno de esos
escenarios que nos interpelan nuevamente, no sólo por lo antes descripto como
panorama de los sujetos y grupos en situación de ir definiendo sus proyectos,
si no porque este mismo escenario ya no es el que veníamos leyendo, analizando,
pensando y comprendiendo para poder acompañar en esa empresa vital. Mirta Gavilán
plantea que “Toda elaboración de un
proyecto, educativo, laboral, personal y/o social y su concreción, apuntan a
crear espacios de salud. (Gavilán, 2020), y es justamente este tipo de
espacio el que está jaqueado hoy en nuestras vidas. En Argentina, diversos
espacios que colectivizan a los profesionales de la orientación, tanto
institucionales (como la Asociación de Profesionales de la Orientación de la
República Argentina- APORA), como los que se entraman mediante redes emergentes
y fluidas que se constituyen a través de grupos y contactos desarrollados en
portales web, perfiles de redes sociales digitales, están planteando durante
este año diversos desafíos que la práctica va afrontando y con qué herramientas
irá repensando su rol en el futuro mediato. De este mismo modo, colegas
latinoamericanos también movilizan sus herramientas de difusión para llamar a
la reflexión en torno a ésto[5].
En éstos últimos días, desde la plataforma www.enclavevocacional.com
hemos desarrollado la Jornada Virtual
“Orientación e Intervención en los Nuevos Escenarios del Aprendizaje”,
planteando desde una perspectiva psicopedagógica cuáles son los desafíos situados de los/as
Orientadores/as en un contexto en el que la Pandemia inviste el paisaje
constantemente, pero que cuya crisis visibiliza problemáticas sociales y
culturales de fondo como las desigualdades de género, las trayectorias de vida
mediadas por TICs, las tramas escolares y vitales que se ponen en juego como
dijimos al principio del presente artículo, y el modo en que todo esto
desacomoda al Profesional de la Orientación de ese lugar ya de por sí incómodo
de ser depositario de una expectativa de certeza que nunca existió y que en
este 2020 desafía nuevamente sus paradigmas. Los sujetos que conforman el campo
de la Orientación están en crisis respecto del futuro, a la vez que los
profesionales también lo están. ¿Cómo podemos construir en este tiempo una
experiencia profesional que aloje estas problemáticas cuando el futuro parece
desafiliar lo que se proyecta? Colegas, tenemos trabajo…
Referencias
Greco,
M. Beatriz (2015). Trayectorias educativas: el trabajo de los equipos de
orientación escolar, desde la psicología educacional contemporánea. Anuario de
Investigaciones, XXII( ),153-159.[fecha de Consulta 21 de Septiembre de 2020].
ISSN: 0329-5885. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=3691/369147944014
Gavilan, Mirta
(2020). Orientación y pandemia. Disponible en:
https://www.aidoel.org/wp-content/uploads/2020/05/ORIENTACION-Y-PANDEMIA.pdf
Rascovan,
Sergio (2020). Orientación y pandemia. Reflexiones para promover el debate.
Revista mexicana de orientación educativa. Volumen 17 número 38 enero-junio 2020,
pp. 1-12.
Necesidades de investigación en orientación educativa (Con o sin
Pandemia).Disponible en https://relapro2020.blogspot.com/2020/08/necesidades-de-investigacion-en.html
[1] Oscar Natalio
Rodríguez nació el 28 de marzo de 1979 en la ciudad de Posadas, provincia de
Misiones, Argentina en la cual reside actualmente. Es Licenciado en
Psicopedagogía de la Universidad del Salvador (2004) y Técnico en
Psicopedagogía del Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya (2002).
Actualmente maestrando en la Maestría en Salud Familiar y Comunitaria de la
Facultad de Ciencias de la Salud perteneciente a la Universidad Nacional de Entre
Ríos, Argentina, Etapa de Tesis; al mismo tiempo en etapa de Trabajo Integrador
Final de la Especialización en Docencia Universitaria por la Facultad de
Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones. Laboralmente
en la actualidad es profesor del espacio curricular “Orientación Vocacional y
Ocupacional” de la carrera de Formación de Psicopedagogos/as en el Instituto
Superior Antonio Ruiz de Montoya, Posadas-Misiones desde 2014, y Profesor
Asociado a la cátedra “Orientación Vocacional Ocupacional” de la Licenciatura
en Psicopedagogía en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la
Cuenca del Plata, Sede Posadas. Además, integra el equipo del Servicio
Psicopedagógico Institucional en el Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya
desde 2005.Coordina el Proyecto www.enclavevocacional.com
y se desempeña en Consultorio Privado de Orientación Vocacional, Ocupacional y
Educacional de jóvenes y adultos.
[2] https://www.argentina.gob.ar/emergencia-sanitaria-covid-19-programa-seguimos-educando
[3] Las trayectorias educativas son recorridos que los
sujetos realizan inscriptos en marcos institucionales, se producen porque un
conjunto de gestos, de procesos, de organizaciones de tiempos y espacios,
palabras y pensamientos en conjunto, tienen lugar. (Greco, 2015)
[4] El término “orientar” es
definido en el diccionario con definiciones que parten del dirigir, encaminar,
aconsejar, fijar la posición de algo respecto de una referencia.
[5] RELAPRO por ejemplo
viene trabajando en nuevas NECESIDADES DE INVESTIGACIÓN EN ORIENTACIÓN
EDUCATIVA https://relapro2020.blogspot.com/2020/08/necesidades-de-investigacion-en.html, y AIDOEL promueve
constantemente publicaciones y eventos referidos a esta cuestión.