Mirta Gavilán (2006).
En
trabajos anteriores estuvimos analizando el planteo de la complejidad a través
de la investigación de tres ejes
fundamentales: el proceso (en sus
tres aspectos), el imaginario social y
la prevención. Trilogía
Orientadora” Gavilán, M (2000) Estos
tres ejes se han presentado en sus dos enfoques fundamentales:
a) el nivel conceptual, y
b) las investigaciones empíricas y el trabajo de campo.
Es decir, se ha tratado de desarrollar un modelo teórico
suficientemente abarcador de las condiciones complejas que presentan la teoría
y praxis de la Orientación. Pero, al mismo tiempo, se ha procurado darle bases
empíricas a la investigación teórica para que los modelos alcancen no solo la
claridad conceptual, sino también la capacidad de generar aplicaciones
múltiples en la diversa realidad educacional, cultural, personal, laboral y
social.
Las investigaciones realizadas han permitido darle al
nivel conceptual una consistencia empírica, que implica tanto sentido de la
realidad como prueba de sus hipótesis. Es decir, se ha procurado que el modelo
teórico propuesto sea sometido a todas las pruebas posibles de verificación y
refutación, tal como exige la epistemología en sus diferentes paradigmas. Este
modelo ha surgido, conjuntamente, de los aportes de los autores más
significativos y de los rigores y exigencias del trabajo de campo.
Las consideraciones antes expuestas nos permiten
sostener que estamos en condiciones de aplicar la capacitad selectiva y
operativa del modelo a los más diversos estudios, investigaciones, estrategias
y actividades que nos demanden los problemas de la Orientación Vocacional
Ocupacional.
Del análisis de los tres ejes mencionados, y del
producto de las investigaciones empíricas presentadas y relacionadas con ellos,
se desprenden, en principio, los campos y
saberes que deben tenerse en cuenta en el proceso de Orientación Vocacional
Ocupacional.
Los
campos
Tomando
en consideración los campos,
trabajados en esta investigación, es posible decir que pueden dividirse (aunque
admiten otras desagregaciones) en:
a) el educativo,
b) b) el de la
salud,
c) c) el laboral-económico,
d) y d) el de las políticas sociales.
Un campo es un espacio de conocimientos y prácticas
relacionadas con un determinado problema y con un conjunto de temas que se
desprenden del mismo. Sobre los “campos” hay distintas conceptualizaciones, y
es probable que una de las nociones más novedosas se encuentre en Bourdieu
(1996). Este autor califica al campo como un espacio de lucha, donde los
distintos contendientes tratan de defender o apropiarse de un material cultural
y simbólico que se constituye en el objeto apetecido por los agentes sociales.
En ese ámbito, unos tratan de mantener la dominación del campo, y los oponentes
tratan de cuestionarlo y de reemplazarlo por el juego del poder y la
estrategia.
Es Geertz quien nos plantea, además, la relación entre
campo, disciplina, multidisciplina y poder. Relación que nosotros hemos
diferenciado por la exigencia heurística de este trabajo, pero que también
formularemos al final, al proponer el modelo mencionado.
El
campo en sí mismo es […] una poderosa fuerza disciplinar: asertiva, demandante,
incluso coercitiva (Geertz, 1996, p. 122).
Estas consideraciones deben ser tenidas en cuenta por
su importancia y significación, pero, dentro de nuestro punto de vista, deberán
completarse con la definición de campo acotada a lo institucional que se
encuentra en el citado trabajo. En el siguiente punto nos ocuparemos de incluir
los saberes que complejizan y
completan el modelo de este trabajo.
Los
saberes
Es nuestra pretensión desagregar este espacio de
reflexión, que hemos denominado los “saberes específicos” y “ampliados”, de la
noción de campo, pues dichos saberes recorren todo el espacio de los
territorios institucionales y de los ejes nombrados con anterioridad. La razón
de proponer un nuevo espacio reflexivo estriba en que este funcionamiento
conceptual se está realizando simultáneamente sobre los campos y los ejes. Encarar
este espacio implica referirnos, en principio, al valor de las nociones de disciplina, Interdisciplina y transdiciplina, que reside en la
capacidad para abordar –separada y conjuntamente– una serie de problemas que
hacen a nuestra propuesta y que tienen en cuenta la diversa complejidad que
adquieren en su desarrollo dificultoso. De este modo, hemos denominado saberes, específicos y ampliados, a
estas maneras de trabajar conjuntos restringidos y conjuntos complejos, donde
se articulan diversas disciplinas en nuevos espacios de saber.
El planteo, que pretende ampliar –y desagregar e
incluir– el área del conocimiento, recibe distintas denominaciones. Todas
tienen un eje común: la disciplina,
es decir, el campo de conocimiento específico de una porción de la realidad (sea
de la naturaleza, sea humana). La disciplina
es el conjunto de estrategias, métodos, saberes
y prácticas relacionados sistemáticamente, que establece un objeto de
conocimiento sobre un área determinada del mundo.
Si la disciplina presenta un delimitado y recortado
objeto de conocimiento y de prácticas de algún área de la realidad, la Interdisciplina
propone un mayor acercamiento a enfoques vinculados con objetos de conocimiento
más complejos e interrelacionados con respecto a diversos referentes reales. Primera
aclaración: la Interdisciplina (como la transdiciplina) no niega ni anula la
disciplina. Al contrario, funciona en paralelo, y necesita además de su propio
desarrollo para incrementar saberes y prácticas. La Interdisciplina realiza
movimientos de yuxtaposición e integración entre sujetos formados
disciplinariamente cuando descubre que variados e importantísimos problemas a
resolver exigen criterios y formaciones originados en campos de saber
distintos. Este planteo implica un enriquecimiento del abordaje frente a
problemas complicados y difíciles de afrontar, sin que todavía la índole de su
problematización necesite saberes y prácticas nuevas y transdisciplinarias.
La formación de equipos y redes con sujetos
provenientes de diferentes espacios disciplinarios origina una nueva manera de
trabajar para resolver problemas. La tarea no es fácil ni sencilla, pues la
formación disciplinaria a la vez que permite profundizar su propio espacio,
dificulta la ampliación y la ruptura de límites. Los equipos y redes,
instrumentos metodológicos que pretenden superar los compartimientos estancos,
ofrecen una salida a cierta cerrazón disciplinaria. Pero, aun así, necesitan de
un tiempo de convivencia, debate y producción para transmitir un marco de
referencia común y un lenguaje compartido, que, al mismo tiempo, posibilite el
intercambio entre especialidades y especialistas. Solo cuando se produce un
espacio común de lenguaje, valores y saberes medianamente compartidos, se está
en condiciones de abordar, en forma interdisciplinaria, los problemas y las
acciones a realizar.
Con la irrupción del paradigma de la complejidad, tal
como lo plantea Morin, especialmente en las últimas etapas de la modernidad, se
originan nuevas problemáticas y objetos de conocimiento que exigen vínculos y
contactos cada vez más estrechos entre distintas disciplinas. A los encuentros
entre especialistas para abordar un mismo problema de investigación se los
suele denominar trabajos interdisciplinarios.
Dice
Morin (1997, p. 40):
“Se habla de interdisciplinariedad, pero por todas partes el principio
de disyunción sigue cortando a ciegas. Aquí y allá se empieza a ver que el
divorcio entre la cultura humanista y la cultura científica es desastroso para
uno y para otra, pero quienes se esfuerzan por ir y venir entre una y otra son
marginalizados y ridiculizados. Aquí y allá se empieza a poner en cuestión el
reino de los expertos y los tecnócratas, pero no se pone en cuestión el
principio de hiperespecialización que los produce y reproduce. Por todas partes,
las visiones unidimensionales se revelan mutilantes y, por todas partes, las
visiones mutilantes comienzan a revelar sus efectos manipuladores y
destructores con relación al hombre, la sociedad, la guerra, la biosfera, pero
la toma de conciencia sigue siendo fenoménica, limitada, fragmentada”
La transdiciplina
se puede considerar como una etapa de fusión y difusión del saber, donde
varias disciplinas se amalgaman y construyen un objeto de conocimiento común.
Tal vez, el mejor ejemplo se ponga de manifiesto en la ecología y sus diversas
derivaciones. Al respecto, dice Morin (1997 p. 93):
Los campos permiten ampliar el ámbito de investigación
y de trabajo de campo, incluyendo tanto la disciplina psicológica, que adquiere
su rol preponderante en el microproceso y el proceso específico de la
Orientación, como el resto de las disciplinas que acompañan el proceso de
orientación, a saber: Ciencias de la Educación, Sociología, Relaciones del
Trabajo, Antropología, Economía, Ciencias Políticas, etcétera. Estas consideraciones
disciplinarias e interdisciplinarias garantizan un enfoque de mayor amplitud,
relacionado con el paradigma de la complejidad, que el que nos revela el
análisis de la historia de la Orientación.
La transdiciplina supone un paso más y dificultades
mayores, pues implica crear saberes y prácticas con problemas y recorridos
propios. Aquí, el mismo objeto de conocimiento y acción es transdisciplinarias
y sus problemáticas también. La transdiciplina reconoce el aporte de las Interdisciplina
y las unidisciplinas, pero también que estas no bastan para resolver los
problemas novedosos, complicados y complejos que es necesario considerar. La
revolución transdisciplinaria obliga a pensar realidades en sus múltiples
facetas desde una perspectiva unificadora y global. El supuesto epistemológico
señala que el todo es más que la suma de las partes, y que ya no basta con
sumar e integrar partes para alcanzar el todo, sino que además, y
principalmente, hay que considerar enfoques totalizadores –“macro”– que superen
las fragmentaciones habituales. Luego, la problemática transdisciplinaria no
solo ocupa e integra, sino globaliza y totaliza productos originales antes no
percibidos ni buscados.
Luego, la presentación de los tres ejes (proceso - imaginario - prevención), el
desarrollo de los cuatro o más campos y la inclusión de los saberes, sostenidos
tanto en el nivel de la teoría como en el de la investigación empírica, nos
aporta un modelo novedoso y altamente fértil para el enfoque actual de la
Orientación y para las investigaciones que se planteen tanto en el presente
como en el futuro.
En
la Actualidad incluimos a la Orientación como un espacio de salud integral
Gavilán, (2015).
Referencias:
Aspiazu, D. y C. Kosacoff (1989) La industria argentina:
desarrollos y cambios estructurales. Buenos Aires. Centro Editor de América
Latina, CEPAL.
Bourdieu, P. (1996) Cosas dichas. Gedisa.
Barcelona.
Gavilán,
M. (1a1996. 2da 1998
y 3era. 2000) Nuevas estrategias en Orientación Vocacional
Ocupacional. La Plata. UNLP.Edulp.
GAVILAN, M (2006) La transformación de la Orientación
Vocacional: Hacia un nuevo paradigma. Rosario. Homo Sapiens
Gavilán, M. (2015) Desde la Salud Mental a la Salud Integral:
aportes de la psicología preventiva.
Buenos Aires. Lugar Editorial
Gavilán, M. (2016). La transformación de
la Orientación Vocacional: Hacia un nuevo paradigma . Actualización. En imprenta. Bs
Ars. Lugar Editorial
Geertz, C. (1996) Tras los hechos.
Barcelona. Paidós
Klappenbach, H. (2001a) “Orígenes de la
psicología aplicada al trabajo en la Argentina. Alfredo Palacios y Carlos
Jesinghaus”. Cuadernos Sociales Vol 7 139-154. Rosario
Morin, E. (1997 [1986]) Introducción al
pensamiento complejo. Barcelona. Ed. Gedisa.
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